lunes, 23 de septiembre de 2019

Hidra


De sus ochenta y ocho años, Margarita ha pasado veintidós en España. En la España vacía quiero decir. Una apátrida holandesa. Eso es Margarita. A mucha honra. Durante la sobremesa, por sugerencia de Manolo Sola, le pregunto por su época hippie y ella me habla de Hidra, de la Hidra de Leonard Cohen. "Era uno más en la comuna". Eso nos dice. Manolo quiere saber algo más, quiere saber si alguna vez lo escuchó cantar. Margarita se detiene un momento. Se lo piensa. Se lo piensa y nos dice que Cohen andaba por allí con una guitarra. "Pero no recuerdo que tocase nada". Manolo y yo nos miramos como se mirarían dos tipos que acabasen de descubrir un billete de 50 pavos bajo la arena de la playa de una isla griega, y la vemos levantarse a la vez que se disculpa. "Me retiro. Estoy cansada". Margarita ha vivido mucho desde aquellos Sesenta. Nos citamos para un rato después, para otra lectura -son eternos los días de poesía-, y nos deja allí, varados en una mesa llena de botellines, en silencio, a la espera de un whisky que nunca llega, escuchando "So long Marianne".




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