El Bulli no se cierra.
Simplemente se transforma.
Convengamos que la gastronomía es una de las artes más efímeras porque a la hora de comer estamos todos muertos de hambre.
Por eso, en Cala Montjoi, han decidido que los conjuros se lleven a cabo a puerta cerrada, aunque seremos puntualmente informados de las nuevas exquisiteces mediante sugestivas notas de prensa.
Intuyo que cerrar un santuario gastronómico es como cerrar un libro que se termina: duele, aunque ya nos lo hayamos comido todo.
Pie de foto: La buena mesa. Martínez Clares, 2011.
Convengo contigo que la gastronomía es un arte tan efímero como los castillos de arena de tu entrada anterior :-)
ResponderEliminar¡Feliz transformación para el Bulli!
Abrazos.
MJ: además, la gastronomía es un estupendo libro de viajes. Pero no es recomendable leerlo con el estómago vacío. Feliz verano.
ResponderEliminarSeguro que de ese laboratorio gastronomico van a salir nuevas entregas de esa apasionante aventura culinaria
ResponderEliminarUn abrazo
Juanjo: presiento que, de aquí en adelante, uno de los objetivos de los nuevos prohombres será sentarse a la mesa de Adriá en ese laboratorio exclusivo. Lamentablemente, en muchos casos podremos afirmar sin miedo a equivocarnos que "no se hizo el caviar para el paladar del asno". Abrazos.
ResponderEliminarY es que definitivamente hay cosas que uno desearía no tuvieran un fin o final que es lo mimitico. Pero es bueno acabar para empezar de nuevo con aire nuevo y esas modificaciones a la que la gente no se ajusta si es a través de lo "nuevo"
ResponderEliminarQué se yo, especulo...