Ya sabes que nunca paso la tarde en la playa.
Pienso que a esas horas la arena puede convertirse en un pasatiempo obsceno. Pero, tal vez no sea obsceno el adjetivo adecuado porque obsceno es el aire que respiran los personajes de Charles Bukowski.
En fin, dejémoslo en que la playa atestada de gente como nosotros pudiera resultar sórdida. Aunque tampoco me convence del todo, porque sórdidas son las ciudades donde se emborrachan los personajes de Charles Bukowski.
Cada vez tengo más claro que hay ciertos libros que no deberían llevarse a la playa.
Quizá no se hizo el sol para disfrute de los escritores malditos.
Pie de foto: Música de cañerías. Martínez Clares, 2007.
Pues yo creo que Bukowsky hay que disfrutarlo en todas partes
ResponderEliminarUn abrazo
Cierto, Juanjo. Pero en la playa, con tanta gente, es fácil levantar la mirada del libro y acabar buscando entre el personal al escritor parasitario, a la esposa infiel, al divertido matrimonio de asesinos en serie... Y lo peor es que los acabas encontrando a todos. Un abrazo.
ResponderEliminarYo diría que de ninguno. La playita no es lugar para leer.
ResponderEliminarAndri: no sabría estar en la playa sin leer. De lo contrario, ¿qué se puede hacer allí? Ya ves que carezco de imaginación. Saludos
ResponderEliminarNo hay mejor sensación que introducirte de lleno en las letras del libro que estás leyendo llegango a ese punto de concentración en lo que lo único que sucede es la historia que lees, lo único que sientes es la brisa acariciando tu pelo y lo único que oyes es la maravillosa melodía que te regala el Mar...
ResponderEliminarUn Saludo.
Paloma: al meterse de lleno en un libro, después cuesta horrores salir de él. Saludos
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