Caballero Bonald lo deja.
Sus primeras Adivinaciones ya auguraban lo inevitable.
Fue en el Madrid de los cincuenta donde conspiró junto a un grupo de jóvenes poetas entregados a la nocturnidad y al “consumo de cantidades estimables de alcohol”.
Allí, entonces, ahora, Caballero puso las primeras piedras de su Manual de infractores: un lenguaje codicioso y su devoción por el adjetivo improbable, el plomo de las horas muertas y las pretensiones de libertad dieron forma a su poética de Entreguerras.
Ha sido el cartógrafo sedentario del Diario de Argónida y también el noctívago mitológico que nunca cayó en el Descrédito del héroe.
Ahora renuncia a escribir.
Lo hace plenamente satisfecho, porque algunos poetas viven lo suficientemente deprisa como para escribir unas Memorias de poco tiempo y Caballero descubrió muy pronto que la palabra, como La noche, no tiene paredes.
Pie de foto: El mar. El tiempo. Martínez Clares, 2011.
¿Lo puede dejar un poeta?
ResponderEliminarQuisiera pensar que se refiere a dejar de publicar, pero Caballero Bonald ha empleado el verbo "escribir" y te puedo asegurar que se trata de un poeta extremadamente preciso en el uso del lenguaje. No obstante, creo que está jugando con nosotros: a un poeta sólo puede retirarlo la muerte. Abrazos.
ResponderEliminarSeguro que vuelve...Un poeta no tiene sangre en las venas si no tinta y tarde o temprano tiene que salir...
ResponderEliminarBesos desde el aire
Sí. Escibir poesía viene a ser algo parecido a derramarse sobre un papel. Besos.
EliminarNo he leído nada de este escritor pero buscando por ahí he encontrado esta frase suya que me ha encantado:"el que no tiene dudas, el que está seguro de todo, es lo más parecido a un imbécil". Esperemos que lo que comentas no sea una decisión segura y esté dudando..
ResponderEliminarUn beso
Esta reflexión de Caballero Bonald que tan acertada te parece tiene mucho que ver con mi anterior entrada "Versos para descreídos". Totalmente de acuerdo. Un beso.
EliminarUna pena si es definitivo, se va una manera de entender la poesía que hoy resulta más necesaria que nunca.
ResponderEliminarCuídate.
Cierto, Rafael. El respeto absoluto por el lenguaje, el lustre gramatical, el caudal inmenso del conocimiento heredado... todo ello son cualidades que cada vez están menos presentes en nuestra literatura. Abrazos.
EliminarToda una vida escribiendo… se le escaparán los versos en las esquinas de los papeles, aunque no quiera; le vendrán a la cabeza con sólo mirar en cualquier dirección. Si tiene capacidad de pensar, mantendrá la capacidad de usar poéticamente las palabras. (Por cierto: excelente narrador, también)
ResponderEliminarCierto, Juan. Un narrador denso y comprometido. Destacaría "Dos días de setiembre" y "En la casa del padre", novelas ambas de temática social enmarcadas en su Jerez. Pero, sobre todo, tengo especial devoción por "Ágata ojo de gato", una obra pantanosa, húmeda, primigenia como la marisma donde se desarrolla. Quizá una de las mejores novelas de la segunda mitad del siglo. También, por añadir algo, "La novela de la memoria" que engloba sus tres libros autobiográficos, donde da rienda suelta a ese ejercicio de ficción que siempre supone el hablar de la propia vida. Un abrazo.
EliminarPor aqui me paso a darte mil besos, porque...sintiendolo muchiiisimo,no soy capaz aun de leer tu escrito.La letra blanca sobre el negro,ilogicamente, no soy capaz aún de leerla.Llegará el día!!Mill besitos
ResponderEliminarMidala: efectivamente, lo ideal es negro sobre blanco. ¿Dónde se ha visto un libro impreso en páginas negras? Abrazos y gracias por el esfuerzo.
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