Seres infelices. Para odiar hay que renunciar a otros sentimientos que nos hacen más grandes, más humanos. Es una enfermedad del alma. ¿Fanatismos?..NO GRACIAS.
Y también en las mentes más vulnerables; tal vez haya que recomendarle igualmente a los jóvenes que no hay mayor defensa contra el fanatismo que leer mucho y diverso, fortalecerse en el criterio y la autonomía reflexiva. Un abrazo.
Es fácil ver eso que llamamos odio en el Otro (con mayúscula), como queriendo simplificar este sentimiento y ponerlo en un cuadrito bien definido, en el que aparece un rostro sádico y cruel; siempre el rostro del Otro, nunca el nuestro. Pero la verdad es que el odio no está reservado solo para las "malas" personas. Me da la impresión de que el odio es, en realidad, un sentimiento —por así decirlo— superficial; quizá la capa exterior de un caparazón que encierra otros sentimientos y deseos mucho más profundos. Lo que hay adentro, sea miedo, inseguridad, ignorancia, egoísmo, ceguedad, forma parte (en alguna medida) de todas las almas, de la mía, la tuya y la del Otro.
Por supuesto, el odio no es patrimonio de nadie, pero nuestro corazón se empequeñece cada vez que le hace un hueco. Tu razonamiento me ha hecho pensar...
Quizá caigamos en el error de pensar que el odio es el antónimo del amor, pero éste sería el desamor. El odio es la ausencia de compasión, como el negro es la ausencia de luz. Y la compasión es lo que nos hace humanos. Transmitir eso a nuestros jóvenes se me antoja difícil empresa. En la juventud no se aprende de los mayores, se tiene todavía sin estrenar la experiencia. Creo firmemente que únicamente la cultura es capaz de transmitir estos valores.
El odio... una mezcla de fanatismo y necedad de una mente cerrada que no puede abrirse y avanzar, pues es un sentimiento que se estanca y termina pudriendo el corazón de quien lo siente. Muchas gracias, José Luis, por tu reflexión y por hacernos reflexionar. besos!!!
El odio es un sentimiento que corroe y que no deja espacio a ningún sentimiento más...
ResponderEliminarBesos desde el aire
Alejémoslo de aquí. Besos
EliminarY a veces se oculta tras la invocación a un dios que dejó muda hasta la hache: ¡Oh Dios!
ResponderEliminarTú ya se lo explicas, seguro.
La gente que odia siempre se refugia en una creencia, en una doctrina, o simplemente, por su cobardía, detrás de la masa. Un abrazo, Miguel
EliminarEl odio siempre se vuelve hacia quien lo genera. Corazones pequeños, enfermos, cobardes.
ResponderEliminarUn beso
Es de justicia, imagino. Quien siembra tormentas, recoge tempestades.
EliminarSeres infelices. Para odiar hay que renunciar a otros sentimientos que nos hacen más grandes, más humanos. Es una enfermedad del alma.
ResponderEliminar¿Fanatismos?..NO GRACIAS.
Un abrazo.
P.D. Cuánto dices con tan poco :-)
El fanático no sabe que lo es. El que odia también ignora lo nocivo de sus sentimientos. Un abrazo
EliminarY también en las mentes más vulnerables; tal vez haya que recomendarle igualmente a los jóvenes que no hay mayor defensa contra el fanatismo que leer mucho y diverso, fortalecerse en el criterio y la autonomía reflexiva. Un abrazo.
ResponderEliminarEn definitiva, viajar. Ya sea por el mundo o por las letras. Un abrazo
EliminarDemasiado odio suelto,demasiado....y lo peor es que no se vislumbra su final
ResponderEliminarUn abrazo
El odio es acumulativo y su sistema de reproducción es muy eficaz. Un abrazo
EliminarEs fácil ver eso que llamamos odio en el Otro (con mayúscula), como queriendo simplificar este sentimiento y ponerlo en un cuadrito bien definido, en el que aparece un rostro sádico y cruel; siempre el rostro del Otro, nunca el nuestro. Pero la verdad es que el odio no está reservado solo para las "malas" personas. Me da la impresión de que el odio es, en realidad, un sentimiento —por así decirlo— superficial; quizá la capa exterior de un caparazón que encierra otros sentimientos y deseos mucho más profundos. Lo que hay adentro, sea miedo, inseguridad, ignorancia, egoísmo, ceguedad, forma parte (en alguna medida) de todas las almas, de la mía, la tuya y la del Otro.
ResponderEliminarPor supuesto, el odio no es patrimonio de nadie, pero nuestro corazón se empequeñece cada vez que le hace un hueco. Tu razonamiento me ha hecho pensar...
ResponderEliminar"Cuanto más pequeño es el corazón, más odio alberga." Victor Hugo
ResponderEliminarIntentemos pues, generar corazones mas grandes.
Un saludo.
Una cita certera. Saludos
EliminarQuizá caigamos en el error de pensar que el odio es el antónimo del amor, pero éste sería el desamor. El odio es la ausencia de compasión, como el negro es la ausencia de luz. Y la compasión es lo que nos hace humanos. Transmitir eso a nuestros jóvenes se me antoja difícil empresa. En la juventud no se aprende de los mayores, se tiene todavía sin estrenar la experiencia. Creo firmemente que únicamente la cultura es capaz de transmitir estos valores.
ResponderEliminarMuy cierto, Manolo. Un saludo
EliminarEl odio es lo opuesto al amor Si no se amó jamas se odia
ResponderEliminarmil besos
Gracias, por venir a estas páginas. Besos
EliminarUna verdad irrefutable, José Luis.
ResponderEliminarBesos.
De las pocas certezas que tenemos. Besos
EliminarUn placer volver a leerte José Luis, el odio está sobrevalorado, no deja de ser un sentimiento demasiado simple.
ResponderEliminarCuídate.
Primitivo y primario, como todos los verdaderos sentimientos humanos. Abrazos, Rafael.
EliminarProfunda reflexión la que me encuentro en la brevedad inmensa de un corazón sabio.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo hasta vos, José Luis.
Anna Francisca
Gracias, Anna. Bienvenida.
EliminarEl odio... una mezcla de fanatismo y necedad de una mente cerrada que no puede abrirse y avanzar, pues es un sentimiento que se estanca y termina pudriendo el corazón de quien lo siente.
ResponderEliminarMuchas gracias, José Luis, por tu reflexión y por hacernos reflexionar. besos!!!
Gracias, Diana, por dejar tu impronta. Besos
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