La cruda realidad siempre regala argumentos a quienes creen en el destino.
Howard Sochurek abandonó Indochina cuando su madre enfermó. En su lugar, la revista Life recurrió a Robert Capa que casualmente se encontraba en Japón.
Capa era un guerrero de la imagen acostumbrado a frecuentar la muerte y a esquivarla como quien esquiva a un viejo conocido al que no te apetece saludar. Sabía que, en el frente, hay que acercarse mucho al objetivo y siempre se acercó lo suficiente como para captar fotografías feroces, testimoniales, fotografías hechas en tercera persona -como años después apuntaría John Loengard- porque el verdadero fotógrafo de guerra desaparece detrás de su obra.
Cualquier cobarde podría cazar grandes felinos valiéndose de un cepo y Capa pisó una mina. De Indochina sólo regresaron sus imágenes porque Capa no soltó su cámara en el último trance.
Fue entonces cuando su hermano Cornell decidió que ya había bastante con un fotógrafo de guerra en la familia. Él sería, en adelante, un fotógrafo de la paz.
Pie de foto: El cazador cazado. Martínez Clares, 2008.
Fue entonces cuando su hermano Cornell decidió que ya había bastante con un fotógrafo de guerra en la familia. Él sería, en adelante, un fotógrafo de la paz.
Pie de foto: El cazador cazado. Martínez Clares, 2008.
Capa a pesar de todo ha logrado la inmortalidad gracias a las imagenes que nos dejo
ResponderEliminarUn abrazo
Sus ojos han sido la mirada de todos los que nos estábamos allí. Abrazos
EliminarEs un placer leer tus cortos escritos que van derecho al grano
ResponderEliminarbeso
Es un placer que estés por aquí. Nos vemos en las páginas. Besos
EliminarInteresante entrada la de hoy, José Luis.
ResponderEliminarLa gloria es para los valientes.
Un abrazo.
Desgraciadamente, suelen llegar a la gloria por el camino más corto. Gracias por pasar MJ. Abrazos
EliminarConozco con detalle la obra de Capa, sus distintas etapas como corresponsal gráfico, pero desconocía absolutamente su heroico final que todavía lo convierte en un mito mayor.
ResponderEliminarYo conocía lo de la mina, pero leyendo unos apuntes sobre Howard Sochurek aparecieron los datos que enriquecían literariamente esta historia. Abrazos
EliminarJosé Luis, me encantó volver a leerte, ya hacía tiempo que no pasaba por tu rincón.
ResponderEliminarUn beso.
Vuelve cuando quieras. Te estamos esperando. Besos
EliminarHola, Jose Luis, vengo del blog del Sergio DS y... encuentro que tu foto del perfil, es un ejemplo de lo que se pregunta en su post de hoy.
ResponderEliminarme gustó mucho tu blog... pasaré más veces
Un abrazo
En primer lugar, bienvenido. Y en segundo lugar, me voy para el blog de Sergio a leer esa entrada. Un abrazo
EliminarBuena selección la del hermano. Desconocía esta historia. Gracias por compartirla.
ResponderEliminarBuena y lógica. Hasta el sufrimiento de una madre tiene sus límites. Saludos
EliminarLa vida y la obra de un hombre están estrechamente unidas.
ResponderEliminarLa guerra, la paz.. las dos caras de la misma moneda. Nos la han contado gentes como éstos artistas, valientes, generosos, un grito para que despertamos..
Un abrazo
Sin esta gente, los tiranos seguirían campando a sus anchas. La maldad humana requiere de testigos. Abrazos
EliminarDespués de él,la muerte de un corresponsal en mitad de un conflicto nos pareció algo habitual, lo que resulta irónicamente heroico.
ResponderEliminarCuídate José Luis.
Es esta, tal vez, la profesión más arriesgada. Capa solía decir que los reporteros de guerra son los únicos trabajadores que anhelan quedarse sin empleo. Me voy cuidando, lo justo. Abrazos.
EliminarTres miradas diferentes para un mismo mundo...Gracias por acercarme estas miradas.
ResponderEliminarBesos desde el aire
Qué gran forma de mirar tienen algunos elegidos. ¿No crees, Rosa? Besos
EliminarNo conocia esta tremenda historia.
ResponderEliminarUn beso!
Es una más de tantas que siguen pasando inavertidas. En cambio, continuamente nos bombardean con otras leyendas más vulgares. Besos
EliminarDesconocía que su hermano también fuera fotografo,pero fotógrafo de paz como tú dices. Gracias por contarla y gracias por pasarte por mi blog,hacía muuuuuuuchooooooo tiempo y es que...el tiempo es tan escaso que yo compro horas a quién me las venda!!!!:):):)besitossssssssss
ResponderEliminarEl tiempo escasea tanto como el oro. Hacen falta muchas vidas para poder hacer todo lo preciso. Besos
EliminarEste hombre siempre estaba en el momento justo, a la hora exacta, y cuando era preciso. Su testimonio captado a golpede clip es extraordinario. Me descubro. Su final no podía serdeotro modo. Siempre pertinente su recuerdo. Un saludo.
ResponderEliminarUna de las miradas más importantes del siglo pasado... cuánto me cuesta llamar siglo pasado a nuestro siglo. Abrazos.
EliminarConocía la historia de Robert Capa, pero no lo que cuentas de su hermano. Como historia de fotógrafos, pocas tan duras, tan conmovedoras, como la de Kevin Carter. Te invito a que leas acerca de él (tendrás que tirar de wikipedia), o que veas este documeto:
ResponderEliminarhttp://www.youtube.com/watch?v=JTenF9y2Jgs
Un personaje de novela o de película de los ochenta, de Los campos del silencio, El año que vivimos peligrosamente, Bajo el fuego; marcado por una fotografía muy concreta...
Un abrazo
Conozco la historia de Carter, pero será un placer regresar a ella. Gracias por tus sugerencias, siempre acertadas, siempre interesantes. Abrazos, compañero.
EliminarGracias, José Luis, por tus cordiales palabras.
ResponderEliminarUn abrazo grande desde Madrid.
Don Antonio, siempre bienvenido a esta su casa. Abrazos
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