sábado, 13 de enero de 2018

Un par de palos



Publicado en la revista Puerta de la Villa, nº86 de diciembre de 2017.

Desde su lanzamiento en mil novecientos sesenta y seis, se calcula que se han vendido más de ochocientos millones de All Star, millones de Converse que, con leves matices, conservan el sello distintivo del primer modelo que apadrinó, en su día, el jugador de baloncesto Chuck Taylor. Hace décadas que perdieron su función deportiva, pero las All Star continúan abrigando los pies de las nuevas generaciones y constituyen un emblema de rebeldía y rock´n roll: Kurt Cobain, Elvis Presley y Jim Morrison son algunas de las leyendas que las elevaron al rango de complemento tribal.
Las de la foto no tienen su característica caña alta, pero mantienen las mismas suelas que han dejado sus huellas por el mundo durante los últimos cincuenta años. El doble nudo de los cordones, las lengüetas deshilachadas por el uso, la pulsera que abraza un tobillo… esta imagen podría haberse tomado en cualquier lugar, pero hay algo que la circunscribe a un espacio geográfico determinado, un nimio detalle que escaparía a los ojos de un observador que no conozca de antemano el contexto de la instantánea: dos palos.
Sí. Hablamos solamente de un par de palos. Dos palos pelaos. Dos palos con algunas cicatrices. Sobre el inferior, descansan nuestras All Star. Aparecen silenciosas, a la expectativa, como si intuyesen que en unos pocos segundos un estruendo romperá la quietud del amanecer, como si supiesen además que, en ese preciso instante, descenderá por el callejón de la calle del Hierro una densa argamasa de hombres y toros, tal y como ha venido sucediendo durante los últimos cuatro siglos. Serán -insisto- tan sólo unos segundos y, cuando todo acabe, las Converse descenderán de los palos como quien desciende de nuevo a la rutina.
Pero, claro, para descubrir todo lo que nos cuenta esta foto sin mostrárnoslo hay que ser de aquí. Porque estas All Star de la imagen podrían haber estado un ocho de agosto a las ocho de la mañana en miles de sitios, pero están en Gor y nosotros, por dos palos, por tan sólo dos palos, lo sentimos y lo sabemos.

4 comentarios:

  1. Me sumo a tu indirecto homenaje a una tradición, a la que le pones el punto de vista fotográfico de dos deportivas con su poquito de historia también, ahí encaramadas como dos corcheas entre dos líneas de un pentagrama de leño. Abrazos.

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  2. Dedeicado especialmente a aquellos que aun niegan que en la fotografía no hay arte, ni historia, ni poesía ni alma. fUERTE ABRAZO

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