Los tokiotas, que ya disfrutan de esa información, huyen honorablemente hacia Hiroshima.
Quién podría hoy dudar de las paradojas del destino.
Anoche, mientras las calles de Tokio se mordían la lengua, yo evoqué a un insomne Bill Murray fondeado en un whisky on the rocks. Lost in translation (Sofia Coppola, 2003) es una película de silencios que se alojan en el silencio.
Tal vez sea ésa la perfecta y dócil antesala del dolor.
Pie de foto: Palomitas. Martínez Clares, 2011.
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