Tengo un amigo que es un incansable arqueólogo de la decadencia.
Óscar busca y encuentra botellas olvidadas, botellas que saciaron la sed y el deseo de otras gentes. Allí donde quede una casa en ruinas, un cortijo abandonado o una aldea habitada por la desmemoria, desentierra el vidrio primitivo para devolverlo a los reflejos caprichosos de la luz.
Óscar me cuenta que tiene una cierta predilección por las de cerveza. No hace tanto, me enseñó su colección -todavía polvorienta- y yo descubrí que las botellas dicen mucho de las personas que las consumieron.
Pie de foto: Albariño. Martínez Clares, 2010.
Las botellas vacias cuentan muchas cosas de quienes las bebieron
ResponderEliminarCuriosa colección. Más allá del ocio, hubo un motivo que provocó beber esa botella, y sería un sentimiento positivo o negativo, pero nunca neutro.
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