El balón llegó desde el lugar donde se conjuran las decepciones y decidió botar más alto de lo deseable.
Él supo que sería gol.
Andrés Iniesta afirma que en ese momento pudo oír el silencio. Y matiza: “si el silencio pudiera oírse”.
Hay poetas descreídos de casi todo.
Pero puede estar tranquilo. Yo también lo escuché.
Pie de foto: El gol de Iniesta, sobre fotografía de ABC. Martínez Clares, 2011.
Es cierto, las metáforas no se matizan, aunque sean espontáneas. Yo, poco dado a los fervores futboleros, ya disfruté la victoria cuando tuvo lugar, pero esto de que estemos celebrando también el cabodeaño, como se dice en mi tierra... Por cierto, que no te di la enhorabuena por el premio de Aguilar porque, al haber conocido el hecho previamente por tu blog, consideré que salía en prensa de manera tardía, ya sabes cómo funciona la última hora entre nuestros queridos medios. Ahora te veo en mi querida tierra y no puedo por menos que congratularme. Yo ya estoy contando los días que me quedan. Un saludo.
ResponderEliminarGracias, Juan, y enhorabuena por esa tierra de la que procedes. Es un lugar acogedor y amable. Lo del mundial es un reflejo de la personalidad de nuestro país: somos un pueblo de mucha conmemoración, de no ser así no se explicaría que la mayoría de nuestras tradiciones perdurasen en el tiempo. Por otra parte, el hecho de que tú lo celebrases -sin ser aficionado- ya nos da una dimensión del acontecimiento. Para mí -futbolero confeso- fue algo increible. Saludos.
ResponderEliminarAy, ese dichoso silencio...lo detesto. O será hipocresía mía? Yo misma no lo sé.
ResponderEliminarUn abrazo.
Vine a visitarle desde casa de un amigo bloggero en común. Buen resto del finde.
Pues bienvenido, Andri, a esta casa que es tuya también. Saludos.
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