El amor es algo tan dulce en sus versos... en fin, yo me dacanto por otra forma de acercarnos al amor. Me vienen a la cabeza Benedetti, García Montero... en sus poemas de amor no se rompen corazones y nadie pierde la vida. El amor se hace más grande cuando lo vestimos de cotidianidad. "Cántame una canción al oído y te pongo un cubata" es algo tan cercano, tan real, que me pone la carne de gallina. Abrazos
Las fronteras entre el romanticismo y el patetismo son tan difusas que hay que andarse con cierto cuidado. Las lloviznas tan acarameladas me hacen echar de menos una buena granizada de realidad. Abrazos siempre, compañero.
El amor puede, y debe, perder ese romanticismo de folletín y tomar un carácter realmente romántico, esto es, trágico, llevado al extremo, hasta la muerte si es imprescindible. Dejar de ser llovizna y convertirse en tormenta, apurando hasta en tormenta tropical, destructiva e impredecible. El amor es una lucha cruenta e irrenunciable entre los amantes, donde sólo cabe la victoria del más débil. La rendición sin condiciones sólo tiene valor si quien se entrega es quien posee la fuerza suficiente para vencer.
A veces una buena llovizna es muy de agradecer
ResponderEliminarUn abrazo
Como la que está empapándonos desde ayer. Tienes, razón, amigo Juanjo, cualquier cosa en su justa medida se agradece. Abrazos
EliminarY al frio le llaman fresco..
ResponderEliminarSerá que todo es más leve en los espiritus elevados :-)
Un abrazo
El amor es algo tan dulce en sus versos... en fin, yo me dacanto por otra forma de acercarnos al amor. Me vienen a la cabeza Benedetti, García Montero... en sus poemas de amor no se rompen corazones y nadie pierde la vida. El amor se hace más grande cuando lo vestimos de cotidianidad. "Cántame una canción al oído y te pongo un cubata" es algo tan cercano, tan real, que me pone la carne de gallina. Abrazos
EliminarUn abrazo desde Madrid.
ResponderEliminarComo siempre, bienvenido, maestro. Desde el Sur, tan cerca. Abrazos.
EliminarLa lluvia representa tantas cosas para el romanticismo que se ha convertido en una metáfora de sí misma.
ResponderEliminarCuídate José Luis.
Las fronteras entre el romanticismo y el patetismo son tan difusas que hay que andarse con cierto cuidado. Las lloviznas tan acarameladas me hacen echar de menos una buena granizada de realidad. Abrazos siempre, compañero.
EliminarO "melancolía de lluvia tras los cristales".
ResponderEliminarYo creo, José Luis, que lo mejor es ser un poeta de "amplio espectro"
Un abrazo.Y otro para el maestro Antonio Porpetta , autor de uno de los poemas más emocionantes que he leído en mi vida: "Julia Anula..."
Amigo Miguel: tomo nota de todos tus apuntes, tan sensatos como eficaces. Abrazos
EliminarEl amor puede, y debe, perder ese romanticismo de folletín y tomar un carácter realmente romántico, esto es, trágico, llevado al extremo, hasta la muerte si es imprescindible. Dejar de ser llovizna y convertirse en tormenta, apurando hasta en tormenta tropical, destructiva e impredecible. El amor es una lucha cruenta e irrenunciable entre los amantes, donde sólo cabe la victoria del más débil. La rendición sin condiciones sólo tiene valor si quien se entrega es quien posee la fuerza suficiente para vencer.
ResponderEliminarUn comentario totalmente descarnado, muy alejado del folletín. La última reflexión ya ocupa un lugar en mi memoria poética. Abrazos
EliminarTormentas y huracanes, versos que descolocan y se clavan en la piel como las espinas de las rosas...
ResponderEliminarBesos desde el aire
Ah del amor que descoloca...
EliminarBesos
Gracias por tus palabras y por tu emoción.
ResponderEliminarUn gran abrazo.
Electromagnetismo en esa foto: corrientes continuas que se entrecruzan, miradas y caminos. Una maravilla.
ResponderEliminarGracias, amigo, por este comentario electromagnético. Abrazos
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