viernes, 4 de mayo de 2012

Carta a Alfred Hitchcock

Añorado señor Hitchcock: 

No quisiera ponerme dramático, 
pero he leído 
            en alguna parte 
que la delictuosa melena 
de las rubias 
y su oceánica mirada azul 
constituyen anomalías en peligro 
de extinción. 

No voy a extenderme más en mis opiniones acerca de los caprichos de la genética pues considero que sería hurgar en la herida de manera innecesaria, por el mero placer de hacerlo, como usted solía hacer con sus rubias, aquellas a las que, a cambio, regaló una inmortalidad que ahora se me antoja paradójica. 
Sin más y comprendiendo su indudable desasosiego, que es el mío propio, me despido atentamente. 
Mr. McGuffin 
Pie de foto: Grace Kelly. Edición de Martínez Clares sobre fotografía de pearl7diamond.com

10 comentarios:

  1. Ten cuidado, que este es capaz de regresar de entre los muertos para contestarte. Podríamos entrar todos en psicosis colectiva si lo hace. De todas formas, no tengo ni la sombra de una duda de que el fetichismo de este monstruo abarca rubias,morenas, pelirrojas y hasta con mechas. Estaremos atentos por si aparece asomado a alguna ventana indiscreta. No me extraña que por si acaso hayas utilizado esa firma.Saludos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Por mucho que me oculte, si me busca me encontrará. Nada escapa a sus tentáculos, aunque sea algo tan intrascendente como un McGuffin. Qué suspense, amigo.
      Saludos

      Eliminar
  2. Conclusión: Alfred Hitchcock no era tonto.

    Un saludo José Luis.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Y, además, no lo era desde una posición de poder, lo cual no es meritorio pero tampoco es tan frecuente. Abrazos

      Eliminar
  3. Tonto no era,pero un pelin obseso (que no obeso) si
    Un abrazo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Sus obsesiones han pasado a la historia. Es lo que tiene ser un genio. Las nuestras quedan en el anonimato. Abrazos, Juanjo.

      Eliminar
  4. Un desasosiego vertiginoso, cuando pienso en Kim Novak.

    Un abrazo

    ResponderEliminar
  5. Un genio, sin más...
    Besos desde el aire

    ResponderEliminar