Añorado señor Hitchcock:
No quisiera ponerme dramático,
pero he leído
en alguna parte
que la delictuosa melena
de las rubias
y su oceánica mirada azul
constituyen anomalías en peligro
de extinción.
No voy a extenderme más en mis opiniones acerca de los caprichos de la genética pues considero que sería hurgar en la herida de manera innecesaria, por el mero placer de hacerlo, como usted solía hacer con sus rubias, aquellas a las que, a cambio, regaló una inmortalidad que ahora se me antoja paradójica.
Sin más y comprendiendo su indudable desasosiego, que es el mío propio, me despido atentamente.
Mr. McGuffin
Pie de foto: Grace Kelly. Edición de Martínez Clares sobre fotografía de pearl7diamond.com
Ten cuidado, que este es capaz de regresar de entre los muertos para contestarte. Podríamos entrar todos en psicosis colectiva si lo hace. De todas formas, no tengo ni la sombra de una duda de que el fetichismo de este monstruo abarca rubias,morenas, pelirrojas y hasta con mechas. Estaremos atentos por si aparece asomado a alguna ventana indiscreta. No me extraña que por si acaso hayas utilizado esa firma.Saludos.
ResponderEliminarPor mucho que me oculte, si me busca me encontrará. Nada escapa a sus tentáculos, aunque sea algo tan intrascendente como un McGuffin. Qué suspense, amigo.
EliminarSaludos
Conclusión: Alfred Hitchcock no era tonto.
ResponderEliminarUn saludo José Luis.
Y, además, no lo era desde una posición de poder, lo cual no es meritorio pero tampoco es tan frecuente. Abrazos
EliminarTonto no era,pero un pelin obseso (que no obeso) si
ResponderEliminarUn abrazo
Sus obsesiones han pasado a la historia. Es lo que tiene ser un genio. Las nuestras quedan en el anonimato. Abrazos, Juanjo.
EliminarUn desasosiego vertiginoso, cuando pienso en Kim Novak.
ResponderEliminarUn abrazo
No mentes a la bicha, no me la mentes. Abrazos, amigo.
EliminarUn genio, sin más...
ResponderEliminarBesos desde el aire
Es así. Con Hitchcock no hace falta dar muchas vueltas. Besos
Eliminar