Cuenta Umberto Eco en sus apostillas a El nombre de la rosa (Lumen, 2010) que uno de sus objetivos era desaparecer de la historia. Por eso creó el personaje del joven Adso y dejó el punto de vista en sus manos. No cabe duda de que así pretendía eludir la responsabilidad de todo cuanto allí se dice.
Durante una entrevista reciente, le expliqué a la periodista que Palabras efímeras (IEA, 2010) es un poemario escrito en tercera persona. Por el libro circulan varios Adsos que asumen mi dolor y mis pasiones sin rechistar.
¿Será porque aman, huyen, engañan, olvidan, pierden y se emborrachan a mi costa?
Ilusos. Aún no saben que en el próximo no les voy a dejar que abran la boca.
Pie de foto: Personajes. Martínez Clares, 2010.
Eso sera si te dejan....no olvides que tus criaturas acaban cobrando vida propia
ResponderEliminarUn abrazo
¡Cuánta razón tienes, Juanjo!... ¡Por mil demonios!... entonces, puede que el iluso sea yo. Ha quedado muy teatral...¿No crees? Abrazos.
ResponderEliminarTen cuidado, los personajes a menudo se revelan contra su creador y acaban tomando el control de la situación.
ResponderEliminarCierto. Los míos suelen revelarse porque son como su creador: totalmente anárquicos. Saludos.
ResponderEliminarOdiamos a esos personajes con tanto cariño..
ResponderEliminarSaludos Juanjo!
Amor y odio... llamémosle literatura. Saludos, Antonio.
ResponderEliminarBuen argumento. Espero que no visite nunca mi blog esa periodista.
ResponderEliminar''El nombre de la Rosa'' es mi gran película perfecta.
Mi beso
Eva: no es mala elección. Desde luego, la película supone una de las cumbres del cine europeo del final de siglo. Annaud, Connery... estupenda. Saludos
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