Todo empezó con un hurto.
Se llamaba Ivanhoe y procedía del idealismo de Walter Scott. Recuerdo que cayó en mis manos y ya nunca regresó a la biblioteca del colegio. Es lógico, ¿quién podría renunciar a los cuidados de Rebeca?
Hoy, no me quedan remordimientos. El tiempo lo cura todo y han pasado veinticinco años.
En mi defensa, alego que me lo quedé para protegerlo: es el único libro que ha sobrevivido a todas mis mudanzas.
Pie de foto: Letras robadas. Martínez Clares, 2012.
Curiosamente a mi me paso una experiencia similar con una edicion escolar de "El Quijote" que por supuesto aun conservo
ResponderEliminarHay hurtos que son perdonables
Un abrazo
Incluso necesarios. Para los demás era un libro. Para ti la caja fuerte de un banco. Abrazos, Juanjo.
EliminarHuyyyyy te saltaste a la torera uno de los mandamientos!!!!:):):) No se cuál, el 6?? la verdad es que no sé muy bien cuál es. De todas formas,no creo que te lo tengan en cuenta si fué a buenas manos.Mill besitos
ResponderEliminarEra uno de mis secretos inconfesables. Besos
EliminarCualquier día vuelve lady Rowena y te monta un numerito, Robín de los Bosques.
ResponderEliminarUn abrazo.
La imagino en la piel de Joan Fontaine en la película de Richard Thorpe... Qué venga. Un abrazo
EliminarEn aquel instante te definiste : escritor o ladrón en ciernes :-)
ResponderEliminar"Robar" libros no está penado por la ley de los soñadores de historias.
Un abrazo sin remordimientos
Bueno... sería una forma romántica de piratería... Cómo va degenerando el mundo. Abrazos
EliminarEl hurto no es considerado como tal si el objeto hurtado sirve para ayudar a definir una vocación.
ResponderEliminarYo confieso..qué peli tan buena.
Un beso
Sí, me sentí un poquito como Montgomery Clift, sólo que yo si era culpable. Un beso
EliminarTu culpabilidad ha caducado :-)
ResponderEliminarUn abrazo.
Los delitos que prescriben son tan hermosos. Al delito le pasa como al amor: hay que darle su tiempo. Abrazos
EliminarYo pasé por una larga etapa de cleptobibliomanía, que era, más que ninguna otra cosa, amor por ciertos libros. Fuero casos aislados, claro. "Estudio en escarlata", de Conan Doyle, fue uno. Y un amigo de tertulia y yo escribimos sendos relatos en los que abríamos un túnel desde su casa a los bajos de una conocida librería de la ciudad y allí dábamos nuestro golpe del siglo. Un abrazo cómplice, pues.
ResponderEliminar"Estudio en escarlata" lo merece. Por cierto, ¿podríamos desempolvar ese relato y estudiar su viabilidad práctica? Un abrazo.
EliminarDisfrútalo con orgullo y sin pudor, ya ha prescrito.
ResponderEliminarGracias. Lo leí tantas veces que sus diálogos me son tremedamente familiares. Saludos
EliminarConservar un libro 25 años merece un premio, nunca un castigo ¿no?. La única lástima pudiera estar en cuantos no pudieron disfrutarlo.
ResponderEliminarSiempre ha habido diferencias entre trajes y libros... por ejemplo.
Saludos y felicidades por tu blog.
El premio es el libro en sí: puro fetichismo. Hace veintitrés que no lo leo. Aunque, todo sea dicho, lo leí una docena de veces en un par de años. Abrazos
EliminarTambién cabe la posibilidad de que fuera el libro quien te eligió, harto de pasar de mano en mano y de la disciplina del colegio, dijo el abogado del diablo.
ResponderEliminarEn eso coincido contigo. Me miró con esos ojillos...
EliminarHay "secretos inconfesables" que en algún momento deben salir a la luz... ¡Qué alivio!
ResponderEliminarAunque ya prescribió,-si se reabriera la causa- el solo hecho de "haber confesado" y al comprobar el buen trato que le has dado durante estos 25 años, creo que te absolverán inmediatamente. Aparte colaboró a alimentar tu amor por la literatura. (un fin que todos terminamos disfrutando) Un beso grande y por mí... ¡Ya estás perdonado! jajajaja
Tu perdón era el último paso... ya me siento totalmente libre para empezar una nueva etapa... quizá debería comenzarla con un libro. Saludos
EliminarRecordé que conservo una hoja suelta caída de un árbol con una inscripción hecha en su momento. Supongo que algunas instantaneas nos remiten a aquello que pocas veces repetimos pero igual nos marcan.
ResponderEliminarAbrazos,
Anna
El pasado reposa en sus objetos. Abrazos
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