miércoles, 15 de febrero de 2012

Yo confieso

Todo empezó con un hurto. 
Se llamaba Ivanhoe y procedía del idealismo de Walter Scott. Recuerdo que cayó en mis manos y ya nunca regresó a la biblioteca del colegio. Es lógico, ¿quién podría renunciar a los cuidados de Rebeca? 
Hoy, no me quedan remordimientos. El tiempo lo cura todo y han pasado veinticinco años. 
En mi defensa, alego que me lo quedé para protegerlo: es el único libro que ha sobrevivido a todas mis mudanzas. 
Pie de foto: Letras robadas. Martínez Clares, 2012.

24 comentarios:

  1. Curiosamente a mi me paso una experiencia similar con una edicion escolar de "El Quijote" que por supuesto aun conservo
    Hay hurtos que son perdonables
    Un abrazo

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    1. Incluso necesarios. Para los demás era un libro. Para ti la caja fuerte de un banco. Abrazos, Juanjo.

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  2. Huyyyyy te saltaste a la torera uno de los mandamientos!!!!:):):) No se cuál, el 6?? la verdad es que no sé muy bien cuál es. De todas formas,no creo que te lo tengan en cuenta si fué a buenas manos.Mill besitos

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  3. Cualquier día vuelve lady Rowena y te monta un numerito, Robín de los Bosques.

    Un abrazo.

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    1. La imagino en la piel de Joan Fontaine en la película de Richard Thorpe... Qué venga. Un abrazo

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  4. En aquel instante te definiste : escritor o ladrón en ciernes :-)
    "Robar" libros no está penado por la ley de los soñadores de historias.

    Un abrazo sin remordimientos

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    1. Bueno... sería una forma romántica de piratería... Cómo va degenerando el mundo. Abrazos

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  5. El hurto no es considerado como tal si el objeto hurtado sirve para ayudar a definir una vocación.

    Yo confieso..qué peli tan buena.

    Un beso

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    1. Sí, me sentí un poquito como Montgomery Clift, sólo que yo si era culpable. Un beso

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  6. Tu culpabilidad ha caducado :-)

    Un abrazo.

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    1. Los delitos que prescriben son tan hermosos. Al delito le pasa como al amor: hay que darle su tiempo. Abrazos

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  7. Yo pasé por una larga etapa de cleptobibliomanía, que era, más que ninguna otra cosa, amor por ciertos libros. Fuero casos aislados, claro. "Estudio en escarlata", de Conan Doyle, fue uno. Y un amigo de tertulia y yo escribimos sendos relatos en los que abríamos un túnel desde su casa a los bajos de una conocida librería de la ciudad y allí dábamos nuestro golpe del siglo. Un abrazo cómplice, pues.

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    1. "Estudio en escarlata" lo merece. Por cierto, ¿podríamos desempolvar ese relato y estudiar su viabilidad práctica? Un abrazo.

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  8. Disfrútalo con orgullo y sin pudor, ya ha prescrito.

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    1. Gracias. Lo leí tantas veces que sus diálogos me son tremedamente familiares. Saludos

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  9. Conservar un libro 25 años merece un premio, nunca un castigo ¿no?. La única lástima pudiera estar en cuantos no pudieron disfrutarlo.
    Siempre ha habido diferencias entre trajes y libros... por ejemplo.

    Saludos y felicidades por tu blog.

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    1. El premio es el libro en sí: puro fetichismo. Hace veintitrés que no lo leo. Aunque, todo sea dicho, lo leí una docena de veces en un par de años. Abrazos

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  10. También cabe la posibilidad de que fuera el libro quien te eligió, harto de pasar de mano en mano y de la disciplina del colegio, dijo el abogado del diablo.

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  11. Hay "secretos inconfesables" que en algún momento deben salir a la luz... ¡Qué alivio!
    Aunque ya prescribió,-si se reabriera la causa- el solo hecho de "haber confesado" y al comprobar el buen trato que le has dado durante estos 25 años, creo que te absolverán inmediatamente. Aparte colaboró a alimentar tu amor por la literatura. (un fin que todos terminamos disfrutando) Un beso grande y por mí... ¡Ya estás perdonado! jajajaja

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    1. Tu perdón era el último paso... ya me siento totalmente libre para empezar una nueva etapa... quizá debería comenzarla con un libro. Saludos

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  12. Recordé que conservo una hoja suelta caída de un árbol con una inscripción hecha en su momento. Supongo que algunas instantaneas nos remiten a aquello que pocas veces repetimos pero igual nos marcan.

    Abrazos,

    Anna

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