sábado, 31 de marzo de 2012

Doce Canciones Sin Piedad

Hace unos días, Rafael Indi me invito a escribir un artículo en su blog ”Pequeño animal en disturbio”. Pretendía saber cuál fue ese primer libro de poesía que llegó a mis manos, de dónde nace este río que sigue bañando mis poemas, quién puso la primera palabra en esta historia aún por escribir. Y yo, ciertamente, no le hice del todo caso y me fui un poco por las ramas. Este es el resultado: Doce Canciones Sin Piedad .
Pie de foto: Sentir Granada. Martínez Clares, 2008.

14 comentarios:

  1. Ha sido un placer leerte y conocerte un poquito más. Gracias.

    Besos desde el aire

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    1. El placer es que me leas.
      Ah, la memoria... ¿todo eso paso de esa manera o mi mala memoria está ya añadiendo matices? Caballero Bonald sabe que la memoria tiene mucho de inventiva. Aún así, el recuerdo es todo lo que nos queda.
      Abrazos

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  2. Precioso ese recorrido por tu memoria. Me he visto en algún párrafo, como en ese Campos de Castilla..Estuve en Colliure y me emocionó ver su tumba.

    Un placer leerte, de verdad. Un beso.

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    1. Es bueno realizar uno de ez en cuando para no olvidar de dónde venimos y apenas intuir adónde vamos. Un placer que me leas. Besos

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  3. Invocas la nocividad de Morrison, ese galope de caballos en la tormenta, como lo hacía también Muñoz Molina en El jinete polaco, que habitó igualmente los espacios granadinos. En mi caso, Beatus ille pudo seguir cambiando lo que ya había empezado a cambiar la lectura anterior de El invierno en Lisboa, que no fue poco. Comparto admiración por muchos de los autores que mencionas (Caballero Bonald, Ángel González…) y menos por otros. Abrazos de vuelta de los animales en disturbio.

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    1. Yo los leí a la inversa y el primero me llevó al segundo. Cuando fue al instituto, Muñoz Molina era un escritor en ciernes y todavía no tenía ese verbo fuido que le caracteriza y carecía del don de gentes que precisa un buen orador, pero lo dicho: a mí, personalmente, me marcó. Quizá le deba está devoción por escribir. Por cierto, El jinete polaco es otro título muy especial para mí, pero no pueden mencionarse todos. Abrazos.

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  4. Conocerte y saber de tus primeros pasos literarios nos acerca a tí..al tiempo que nos abre ventanas. Compartir o descubrir lecturas y autores es una de ellas.

    Un abrazo

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  5. El recorrido es una delicia. Reconforta saber que uno no ha sido el único que no terminó todas las lecturas obligatorias de la generación del 27. Igual era por que al tiempo estaba escuchando a Patty Smith. Tuve mis problemillas con Dámaso Alonso y con Salinas. Siempre he pensado que en ocasiones esas lecturas debieran ser un paso posterior. Una vez que uno ha leido a Salgari, Walter Scott o Stevenson. Pero el programa era el programa. Gracias a él descubrí Tiempo de Silencio, por ejemplo.
    Me parece un texto maghnífico y evocador. Y eso que te fuiste por las ramas.El día que acometas el tronco...Un abrazo

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  6. Cada momento tiene sus lecturas pero, claro, hay que seguir un programa. De los libros se empieza a disfrutar, sobre todo, cuando los eliges libremente. un abrazo

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  7. Me ha gustado tu relato. Dices que de los libros se disfruta cuando los eliges, pero yo recuerdo algunos impuestos en clase, que me iniciaron a la lectura, y me encantaron. Por ejemplo, León Felipe, e incluso D. Quijote.
    Gracias, José Luis. Un beso.

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    1. Es cierto que a veces los jóvenes necesitan un empujón para hacer ciertas cosas y después, qué duda cabe, lo agradecen. Besos

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  8. Una buena fuente de inspiración. Un placer leerte. Saludos.

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