Afirma Caballero Bonald en su prólogo a El coronel no tiene quien le escriba que todo el desarrollo de la novela se apoya en una injusticia, en un infortunio.
El infortunio quizá consista en depender de la gratitud de un Gobierno olvidadizo. Pero la injusticia tiene su raíz en el propio coronel, pues posee una paciencia mitológica que le permite esperar sin desesperar. No cabe duda de que existen virtudes que terminan por desvirtuarnos.
No obstante, el personaje más interesante de la novela es la esposa que languidece mientras se niega a perseverar en la desgracia. Ella representa el desaliento, una debilidad humana a la que el coronel parece inmune, y, por eso, el lector va leyendo con la seguridad de que en el siguiente párrafo el dichoso gallo acabará dentro de la olla.
García Márquez la utiliza para dotar de cierta cordura al relato y, por ello, le regala sabrosos matices, como cuando pone en su boca preguntas que carecen de entonación. Al principio, se nos explica que esto es debido al asma que padece, pero se diría que el autor juega con la candidez de los lectores. Por mi parte, prefiero pensar que, cuando alguien conoce todas las respuestas, sus preguntas no precisan de signos de interrogación.
Pie de foto: La tormenta. Martínez Clares, 2012.
Suele pasar que "cuando conocemos todas las respuestas, viene alquien y nos cambia las preguntas". Lo mejor sería "caer hasta el fondo de una substancia sin tiempo y sin espacio donde las palabras tengan un significado diferente"...Pero claro eso sería dormir, ni siquiera soñar, amigo José Luis.
ResponderEliminarUn abrazo.
Un abrazo
Las preguntas mutantes... estamos en manos de cualquier detective de medio pelo. Un abrazo, amigo Miguel.
EliminarSer inmune al desaliento, soñar, dormir..¿ hay vacunas ?
ResponderEliminarUn abrazo con signo afirmativo
Vacunas con graves efectos secundarios... la seguridad que todo lo destruye. Besos
EliminarMe encanto esa novela.Su frase final me parece de lo mejorcito de la historia de la literatura
ResponderEliminarUn abrazo
La última palabra nunca sonó tan fuerte, tan auténtica. Una vulgaridad que suena a poesía en la tinta de Gabo. Abrazos, amigo Juanjo.
EliminarAy, amigo. Ay, qué novela y qué dolor, JL. No fue mi caso como la obra maestra de Gabo “Crónica de una muerte anunciada”; casi.Faltó muy poco. Más de 12 especialistas a lo largo de mil peripecias durante 43 años y 20 años de “Ventolin”. El asma como “El Che Guevara” y Scorsese. Llegó el mecánico de Vettel, una fría noche de febrero con bata blanca y certificó; al Bypass y Cardiopatía Isquémica Congénita. Menos mal, que nunca fui un deportista de élite como mi amigo Johan Cruyff. Un fuerte abrazo
ResponderEliminarPersonalmente también prefiero "Crónica de una muerte anunciada". Una novela que nos cuenta un crimen y que comienza en su primera oración desvelando el desenlace, descubriendo a los culpables y que, pese a ello, nos engancha por completo, debe ser una obra maestra. Creo. Un abrazo saludable contra todos los achaques que nos van sorprendiendo en el camino.
EliminarHace mucho tiempo que la leí, fue una época en la que me "obsesioné" con autores centro y sudamericanos como Gabo, Vargas Llosa, Allende... pero siempre he tenido debilidad por el primero de ellos. La releeré.
ResponderEliminarNo he padecido esas obsesiones geográficas, aunque leerlos es un enorrme placer. Te cuento un pecadillo: me decanto por los norteamericanos, ésos a quienes llamaron "La generación perdida" y que todavía aparecen por todas partes. Un abrazo
EliminarEgo te absolvo.
Eliminar:)
p.d. Sigo tu recomendación, sólo he leído de la "banda" a Hemingway y a Faulkner. Y gracias por tu otra recomendación pesimista, alegra el día.
Como se solía decir antaño, este hombre es inasequible al desaliento. Pero en fase rem. Y sucede que el que espera mucho, ya se sabe desespera. Poreso nos gusta lamujer, igual es que nos parece más humana, aunque sufra el triple. Un abrazo.
ResponderEliminarNos gusta el drama, Victor, nos gusta porque de lo contrario no nos gustaría el cine. Ni la vida. Abrazos
EliminarDecía Kafka:"Nada más que esperar;eterno desamparo".Porque el tema de El coronel no tiene quien le escriba es eso,la espera.La esperanza es una virtud de los pobres fomentada por los ricos.Aunque vivimos en un planeta pequeño,estamos inmersos en asuntos de poca monta y solo duramos unos pocos años,nuestra constitución es tal que nuestras esperanzas resultan siempre inaccesibles,como las estrellas,y la esperanza dura lo mismo que dura la vida.
ResponderEliminarY volviendo a Kafka:"Hay una esperanza,pero no para nosotros".
Siempre un placer pasar por aquí.Un fuerte abrazo.
Son las grandes expectativas que nos producen enormes decepciones. Dicen que la felicidad consiste en que la distancia entre lo que esperas y lo que puedes alcanzar no sea demasiado grande. Abrazos.
EliminarMe fascina la pre-esencia de las esposas en la literatura latinoamericana, la mujer llenando espacios casi oscuros, iluminados por el entendimiento o lo que no se nombra. Recuerdo en El gallo de Oro de Juan Rulfo la mujer talismán, la mujer prenda, por quien se gana todo y se pierde todo si ella muere, sin una señal, sin despedidas.
ResponderEliminarDe García Márquez Cien años de soledad, sin dudas, vuelta y vuelta de mis lecturas. Y Crónica..bueno, ahora la están usando mucho para darle carácter metafórico a las supuestas muertes de Fidel Castro y es que muchos símiles fueron esculpidos por estos autores de los que pocos se reproducen hoy.
Las esposas que llenan espacios sombríos, que colman con su presencia las inexactitudes de la realidad. Es cierto, que son personajes clave en la Literatura latinoamericana, porque los latinos somos matriarcales por naturaleza y todo gira en torno a ellas, incluso las palabras. Abrazos
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