Billy Wilder nació en Sucha. Por tanto, a lo largo de su vida fue austrohúngaro (bendito Berlanga), austriaco, alemán y, finalmente, polaco. Pero no pienso en Wilder mientras escribo. Pienso en los miles de austrohúngaros que sufrieron la gran noche europea y que nunca llegaron a ser polacos.
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lunes, 12 de febrero de 2018
miércoles, 9 de julio de 2014
Largo y cálido verano
El
verano es un desierto adulto en el que algunos niños descubren el hielo.
En
este momento, puede que usted ande por Macondo, Vetusta, Comala, Mágina,
Argónida o Calabuch. Yo, en cambio, aguardo la llegada del frío sentado en un pueblo
granadino de nombre breve pero de sonoridad mitológica.
A
los que estén por Comala les deseo que sigan vivos a su regreso y, al resto, sólo
decirles que nunca olviden que todos esos lugares que ahora recorren absortos y
que nos parecen mentira existen porque alguien como nosotros los imaginó alguna
vez.
Pie
de foto: Gor. Martínez Clares, 2014.
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jueves, 19 de diciembre de 2013
Ladrones de bicicletas
A Capra, De Sica y Berlanga. Por regalarle a cada Navidad sus mejores
momentos.
El Hollywood dorado nos envió un
ángel para recordarnos que es bello sobrevivir a la desesperanza. No era más
que un hombrecillo menudo, como cualquiera de esos hombrecillos menudos en los
que nunca reparamos, pero, sin él, nuestro querido George Bailey no hubiese
celebrado la Navidad
cómo es debido.
Ustedes saben perfectamente que Clarence
aún no había ganado sus alas y que se encontraba en Bedford Falls, a más de
seis mil kilómetros de aquí. Esa adversidad fue la que le impidió llegar a
tiempo de guiar a Plácido en su desventurado itinerario por la Nochebuena. Afortunadamente,
teníamos a Berlanga -otro tipo que aún espera sus alas-, y por él supimos que
los pobres de espíritu disfrutamos de la magnanimidad de las élites cuando nos tenemos
que enfrentar a nuestras tentaciones más mundanas.
Aún así, sospecho que, aunque se
encontró con los más variopintos benefactores navideños, a Plácido sólo le
faltó el llanto pedagógico de un niño para acabar convertido en un perfecto
ladrón de bicicletas. Pero esa es otra historia, porque el neorrealismo no cree
en los ángeles y a los georgebaileys
del mundo jamás les concederá un respiro. Ni siquiera en Navidad.
Pie de foto: Cartel de
“It's a Wonderful Life” de Frank Capra (RKO, 1946).
lunes, 7 de febrero de 2011
Pequeños contratiempos
Luis García Berlanga dispuso de una que le permitía entrar y salir irónicamente de esa penitenciaría llamada “Pensamiento único”.
En Calabuch (1956), nos narra sus peripecias y las de otros díscolos moradores del Régimen. Claro que a los censores -unos señores muy leídos que ejercen el paternalismo de manera intachable- les encantaron las inocentes vicisitudes de aquel pueblecito mediterráneo.
En cambio, al Profesor Hamilton no debió hacerle tanta gracia que le delatase una de esas anónimas fotografías que van dejando su rastro por el mundo.
Son los pequeños contratiempos que siempre conlleva la carencia de libertad.
Pie de foto: Fuga de luz. Martínez Clares, 2008.
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