Son muchos los directores que todavía pretenden controlar todas las variables de una película aunque sus antecesores ya descubrieron que una de ellas escapa a cualquier tipo de control: el espectador.
Hay días en los que uno no está en las mejores condiciones para desembarcar en Omaha y otros en los que la sofisticada Tracy Lord nos puede parecer una estúpida engreída. Por eso, el espectador es la única variable que hace honor a su nombre, pues nunca es el mismo aunque se trate de una misma persona. Toda esa gente desconocida que vive dentro de nosotros es la que consigue que, cuando regresamos a una película, ésta siempre sea diferente, que sus diálogos nos hablen de otras cosas, que su metraje se desvanezca ante nuestros ojos como lo hizo la primera vez.
Los viejos artesanos del cine ya intuían todo esto y determinaron que, de todas las variables que se dan citan en una película, el espectador es la decisiva, la más impredecible e inconstante, la que siempre les desobedecerá.
Pie de foto: El espectador. Martínez Clares, 2009.
Hay algo en el mundo que nuestros hijos ya nunca van a saber lo que es: el cine.Porque el cine de ayer no es ver películas de ayer en el DVD.Ni siquiera verlas hoy en el cine.Ir al cine era algo muy especial,viajar a otro planeta, vivir la película.Jamás ningún arte o espectáculo,me parece,consiguió tal grado de identificación,de participación del espectador.El cine,ir al cine,ver películas,para aquellos ingenuos salvajes que fuimos nosotros,ay,era un problema de fe. Creer o no creer lo que salía por el proyector.Ver cine cuando lo único que había era el cine,es algo que no se puede entender desde la perspectiva actual.En cualquier caso,la memoria es un cine de barrio.
ResponderEliminarInteresante,amigo y un fuerte abrazo
Recuerdo un cine de pueblo con aspiraciones de ciudad, y algunas películas. Pero sobretodo recuerdo las horas previas a ir al cine, la espera, la ilusión. Ahora... play. Abrazos
EliminarJosè..." Cine para desobedientes "
ResponderEliminarEl cine al igual que en el teatro es el espectador que le da el visto bueno a lo que ha terminado de ver.
Voy a taller de teatro y en la presentaciòn de las escenas, en los aplausos notas el puntaje
¡¡¡ interesante !!!
Recibe mis saludos desde Argentina
un beso
El espectador es la rúbrica en cualquier tipo de expresión artística. Besos
EliminarNo sabrán, no tendrán ese territorio sensible. Y qué tendrán?
ResponderEliminarHan perdido, en parte, en una medida, el sabor del relato.
Un abrazo, amigo
El sabor del relato... hoy sólo gusta lo instantáneo, aquello que no perdura. El relato necesita su tiempo, su aclimatación, su territorio. Sabias palabras, amigo Emilio.
EliminarPor supuesto estoy de acuerdo contigo.Cada espectador ve una pelicula diferente y su version no tiene que ser peor a la del propio director
ResponderEliminarUn abrazo
Incluso cada espectador ve hasta dos películas si tiene la necesidad de ir al baño. A su regreso puede que ya nada sea igual. Abrazos.
EliminarDe acuerdo en todo lo que dices. Una misma peli vista por los mimos ojos puede gustar más o menos dependiendo del estador del espectador. La película no varía, siempre es la misma, lo que varía es la mirada del que la disfruta o la odia dependiendo en momento.
ResponderEliminarUn beso.
Pocas películas sobreviven a una segunda lectura. Pero hay algunas que son eternas y pueden verse de forma indiscriminada y citándonos con ellas para el año próximo. Ya llega el momento de "Plácido" y "Qué bello es vivir". 24 y 25 de diciembre. Es algo tradicional que procuro no saltarme. Besos
EliminarCuantas veces me digo, tal película me gustó la primera vez y dos años después no. O al revés. Muchos han querido conservar la fórumula del cine de éxito como si se tratase de la fórmula de la coca cola. Y la cosa no va por ahí. Un abrazo.
ResponderEliminarHay cosas que gustan porque impactan, pero es complicado que vuelvan a impactar en una segunda ocasión. El cine sin alardes tiene más fácil sobrevivir a la primera vez. El cine de verdad, que crece sobre un texto y unos personajes. El cine y su palabra. Abrazos, Victor
EliminarSí, hay días, ánimos y hábitos, hoy referían en la radio que el grupo más joven de los espectadores hoy, embuidos en el wii y juegos similares quieren ir a ver el Hobbit pero a marearse, quieren girar con la tecnología; la tercera dimensión nos parecía increíble hace unos meses y el nuevo espectador ya ansía más tecnología, menos contenido, menos historia, más espectáculo, el mareo. Así van cambiando los tiempos, en cuanto a hábitos, en lo personal, son contadas las películas que he visto dos veces. Es poca la vida y hay mucho por ver y leer como bien decías en la entrada anterior. Además hay circunstancias personales que lo hacen a uno huir de un segundo avistamiento, como por ejemplo Dancer in the Dark aquella película que protagonizó Björk nada más de mencionarla me estremezco.
ResponderEliminarhttp://www.youtube.com/watch?v=jeI888-qNUQ
Las nuevas tecnologías son aditivos que resultan innecesarios para el cine auténtico. Son aderezos festivos y poco más. Eso tal vez no sea cine, igual que los entremeses de Nochebuena no son comida de verdad aunque estén deliciosos una vez al año. Besos
EliminarEsa es la mágia o el misterio del cine. Se siente uno poderoso al saber que eres tú y no otro el que decide si algo te llega o no. Que no nos quiten eso tambien. ¡Viva pues la revolución cinéfila ! ( la otra no tardará mucho).
ResponderEliminarUn beso rebelde ;-D
Me temo que nos han hecho menos libres a fuerza de repetirnos que lo somos. Besos
EliminarSi nunca somos los mismos...¿Cómo vamos a ver con los mismos ojos?
ResponderEliminarBesos desde el aire
En todo lo que miramos queda impreso algo de nosotros. Algo de quien éramos en ese momento fugaz. Besos
EliminarEl cine, el teatro, la literatura, la música... Todas las artes son como el rio de Heráclito. Nunca veremos dos veces la misma película, ni escucharemos la misma melodía o leeremos el mismo libro. He ahí la libertad.
ResponderEliminarAh, esos ríos que pasan dejando su rastro.
EliminarPese a todo, hay películas que a ninguno de mis alter-egos defraudarían. Por ejemplo "Luces de la ciudad", "Persona" u "Oldboy". Y siempre tengo la sensación de que en el fondo son las películas más libres, en el sentido de que al crearlas no tuvieron tan en cuenta esa variable que somos nosotros.
ResponderEliminarUn saludo José Luis.
Tienes unos alter-egos muy coordinados. Estupendo. Eso quizás sea lo que llaman coherencia. Por cierto, magníficos títulos. Un abrazo
EliminarPor supuesto. Es obvio: cada día te levantas con un pie. O con el mismo pero apoyas un dedo primero que otro. Eso hará que, el día, te parezca más gris o más brillante de lo que es.
ResponderEliminarEl humano es la variable más inconstante, no me cabe la menor duda. Muy buena, amigo. Un abrazo, Ann@
Claro. Nunca vemos la misma película porque nunca somos los mismos. Un abrazo
EliminarNuestra percepción es variable ante todo aquello que roce la fibra sensible, cualquier expresión artística puede sentirse de manera distinta y con el tiempo gustar o detestar.
ResponderEliminarRespecto a los comentarios, el cine y su magia hoy no es lo mismo, desde las incómodas gafas 3D hasta el pre-estreno top manta que dinamita cualquier expectación.
El cine ha perdido su atmósfera emotiva, esa que suponía el hecho de ir al cine, de ver cine, de hablar de cine. Pero aún conserva su capacidad para despertar nuestras emociones.
EliminarAmigo, JL. No sé por qué, pero me viene aquello de los viejos castizos “del gato por liebre”. Y también, el remedio del maestro “Hitch” y eso de “El cine no es un trozo de vida, sino un pedazo de pastel”. Seguiremos creyendo, en algunos buenos films. Pocos, pero selectos. Un abrazo y aprovecho para desearte unas Felices Fiestas.
ResponderEliminarIgualmente, amigo, aunque la Navidad es también más un pedazo de pastel que un trozo de vida. Vamos... que es cine y dura lo justo. Abrazos
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