Convengamos que, en una novela,
el escenario puede determinar el desarrollo de la acción, la caracterización de
los personajes e, incluso, el ritmo narrativo. Pero existen novelas en las que
el contexto natural define el lenguaje mismo. Abran, si la tienen a mano, Ágata ojo de gato y vaguen junto al
verbo que avanza pantanosamente por los lodazales de la memoria. Prueben,
ahora, exhaustos todavía, con Las ratas.
Aquí, los enunciados exhalan un vaho que paraliza la esperanza y sus vocablos
se yerguen inmediatos y solitarios como los álamos varados en la orilla de un
riachuelo castellano. En la primera, la cadencia pecaminosa, húmeda, de la marisma.
En la segunda, el hielo agarrado a los campos del porvenir.
Pie de foto: “Ágata ojo de gato” y “Las ratas” en ediciones de Seix Barral y
Destino.
Imposible decirlo mejor y tan escuetamente.Ya digo, imposible y bella efemiridad la tuya,amigo. Tocas algo muy importante. Hoy, la literatura está escrita sin estilo, y quizá sea éste el nuevo estilo de la contemporaneidad. Pero sigo leyendo a los escritores de estilos propios. Más allá de lo que puedan decir del carácter del gran Francisco Umbral, para mi uno de mis maestros a la hora de abordar el lenguaje. Es increíble lo que hacía con él. Leo a Cela, a Delibes, a Caballero Bonald :"La soledad me salva de estar solo", canta en uno de sus grandes poemas. Leo a Valle-Inclán maestro absoluto de los diálogos. Cada personaje se expresa de diferente manera,que es como nos expresamos todos y según el estatus social. Hoy los novelistas ponen a hablar a todos sus personajes por igual. Leo a Azorín y sobre todo al gran olvidado Gabriel Miró,grandísimo escritor,genial su El obispo leproso. A Ramón Gómez de la Serna, a don Pío y Galdós. ¿Que son los anticuados del verbo? No lo creo. Hoy escribimos y nos expresamos con las mismas frases, una y otra vez. Si se publicara un diccionario con las palabras que utilizamos hoy no daría más de treinta páginas.El idioma (cualquier idioma) está muerto siempre y cuando dejamos de conocer su riqueza. Ahora estoy con Borges, mañana con Ramón Pérez de Ayala. Todos ellos con estilo,con el decir que más se ajusta a todas las percepciones de nuestra variada vida exterior e interior.
ResponderEliminarUn abrazo,amigo.
Le has dado un repaso completo a la nómina de clásicos. por algo deben serlo. Un abrazo
EliminarGracias, José Luis. Y un cálido abrazo.
ResponderEliminarA ti por pasar. Un abrazo
EliminarSupongo que has definido la gran escritura, hace poco me pasó con "Las uvas de la ira".
ResponderEliminarUn saludo, José Luis.
La grande, la que ya no conoce un escaparate. Abrazos
EliminarLa de Cabalero Bonald no la he catado...la de Delibes sí. Intrigante y suculento experimento que no dudo deparará esas sensaciones. Una maravillosa forma de invitar a leer...Un abrazo
ResponderEliminar"Lenguaje ecológico" podríamos llamarle a esa forma contextual de narrar. Abrazos
EliminarAmén. Baste abrir una novela como "Las ratas" y dirigir la vista a un párrafo cualquiera, enseguida se siente que se está frente a la admiración, el respeto y amor por la lengua española, tal es el despliegue y la precisión de los términos que se leen allí. Sumamente inspiradores lo clásicos contemporáneos como Delibes, Borges y otros muchos. Desde luego si se compara el uso del lenguaje que hicieron estos maestros con el que hacemos hoy día, puede verse la evidente decadencia de este. Flaco favor le hacen las nuevas tecnologías y la incorporación de tantos extranjerismos.
ResponderEliminarMuy buena entrada, gracias.
Sete
Yo aún confío en la nueva narrativa. Naturalmente, no en la que está en los escaparates, pero hay narradores muy buenos. No perdamos la desesperanza, amiga. Abrazos
EliminarPalabras mayores amigo mío y para nada efímeras. Nunca lo son, ni las que por aquí aparecen, siempre tienen su eco en todos nosotros.
ResponderEliminarUn beso
Gracias, amiga. Un beso
EliminarNo los he leído. Pero los apunto en la lista. Gracias
ResponderEliminarNo te los pierdas, si tienes la ocasión.
EliminarTotalmente de acuerdo con lo que comentas.
ResponderEliminarSiempre es un placer volver a los clásicos, sobre todo en estos tiempos de burbuja literaria en los que es tan difícil (o tan fácil) separar el grano de la paja. Suscribo también todo lo dicho por Francisco Machuca en su primer comentario.
Delibes fue el escritor que me aficionó a la literatura, "El camino" fue le primera novela de adulto que leí cuando tenía doce años. Y "Las Ratas" es demoledora. Te he hecho caso, he ido a buscar Las Ratas y he releído de un tirón el primer capítulo, voy a seguir hasta que termine. Estupenda entrada amigo. Un abrazo.
Las ratas se devora. Ágata se degusta a los postres. Cada uno tiene su ritmo. Su momento. Su ceremonia. Un abrazo
EliminarLa del felino no la conozco, prometo hacerme con ella y devorarla.
ResponderEliminarGracias.
Buen provecho.
EliminarDeliciosa pieza de orfebrería crítica la que nos dejas. De nuevo lo efímero lleva dentro una inmensidad de sensaciones más allá de lo literario. El libro de Bonald hace años que lo tengo pendiente. De hecho, para mi vergüenza, a Bonald lo tengo pendiente por completo (miento: el año pasado disfruté varios poemas suyos en edición del CAL) Un abrazo fuerte.
ResponderEliminarPrefiero al poeta. Aunque el narrador lo borda en esta novela. Abrazos
Eliminarsiempre
ResponderEliminarsorprendes
con
tus
maravillas
Una sorpresa tus palabras. Saludos
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