Tras varios días de viaje, uno
regresa a su minúsculo país (ese pacífico estado gobernado por los ritos
ancestrales de cada día) y se encuentra con algunos imperceptibles atisbos de
cambio: una ¿novela? de Luis García Montero sobre la mesa del escritorio, la
luz novedosa que se filtra suavemente por las persianas cerradas o la presencia
amenazadora de una nevera desnuda, casi vacía.
Más allá de donde / aún se esconde la vida, continúan las mentiras
tenaces de un televisor mal apagado. Hoy ensalzan la crueldad del éxito en un
estadio de Lisboa y la anémica rebelión de los votantes europeos. Pero no
encuentro un solo momento para el análisis, porque cada vez se me hace más
cuesta arriba desertar de los versos de Panero, confiar en que la música
amansará a las fieras, abrir la puerta del garaje para abandonar de nuevo las
cuatro paredes de mi patria.
Pie de foto: Hogar, dulce hogar. Martínez Clares, 2014.
¡Ah ese reencuentro con el hogar, ese reducto donde nos refugiamos todos!.. el ruido está fuera.
ResponderEliminar¡No dejes que nada te hiele el corazón, amigo mio !
Besos
El corazón se calienta con vuestros comentarios. Besos
EliminarEl sentido del viaje es siempre el regreso a casa....
ResponderEliminarUn aforismo excelente. Abrazos
EliminarAunque sea por unos días, aunque sea desde Lisboa sabiendo que el fútbol no cambiará tu vida, merece la pena sacudirse los pies al volver.
ResponderEliminarUn saludo, José Luis.
Tienes mucha razón, amigo Rafael. Abrazos
EliminarSiempre es reconfortante tener un lugar a donde volver aunque el entorno que lo abriga no lo sea tanto.
ResponderEliminarbesos de gofio.
El entorno siempre nos mantiene alerta. Besos
EliminarEs lo que tienen los libros, los aromas, la butaca, siempren esperan....hasta la persiana te habrá hechado de menos. Un abrazo
ResponderEliminarBendita persiana, amigo Víctor. Son los ojos de mi casa. Abrazos
EliminarMe gustó ese poso tan clasicista y a la vez tan actual dando estopa s las verdades que se ven a simple vista y queremos tamizar con un velo diáfano de mentiras.
ResponderEliminarUn abrazo, Anna
Gracias, Anna. Besos
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