Llevaba una década llorando en cada película, pero el rodaje de “Historias de Filadelfia” llegaba a su fin y aún no había tenido la ocasión de hacerlo.
Pensó que Cukor le estaba arrebatando la posibilidad de emocionarse y emocionar, pero no tardó en descubrir que el personaje de Tracy Lord rebosaba autenticidad y fuerza.
Cukor pensaba que las emociones verdaderas se atrincheran en la garganta, y a Hepburn, desde entonces, comenzó a vibrarle la mirada.
Tal vez, comprendió que las lágrimas más contundentes son las que nos tragamos.
Pie de foto: Katharine Hepburn. Edición de Martínez Clares sobre foto de www.photocollection.es
Las lágrimas que nos tragamos o las que nos bailan en los ojos, como a ella, que sabia tan bien resultar creible.
ResponderEliminarUn abrazo con sonrisas
Le bailaban en los ojos. Es cierto. Qué manera más certera de definir la mirada de Hepburn. Esta mujer es casi alguien de mi familia. Mi infancia tiene muchas imágenes en las que aparece ella. Abrazos
EliminarElla lo hacía todo bien. Daba igual si se tragaba las lágrimas o si las derramaba. La mirada le vibraba siempre. Me viene a la memoria "Adivina quien viene esta noche", la escena en que Spencer Tracy dice su discurso.
ResponderEliminarUn beso.
Ah, esos papeles magistrales con los que nos obsequió en su madurez. Cuánta contención. Cuánto dramatismo. Un beso
EliminarSin duda una buena actriz como ella fue capaz de mostrar todo su dolor sin necesidad de derramar una sola lagrima
EliminarUn abrazo
Las lágrimas no dejan de ser un aspecto cultural. Hay sociedades proclives al lloriqueo, en otras se rasgan las vestiduras... A mí, personalmente, me impresiona, me emociona mucho más la contención. Hablo de cualquier ámbito creativo, no sólo de cine. De lo contrario, es fácil caer en el patetismo. Abrazos.
EliminarAmigo Jose Luis.La cola en el registro civil de personas que afirman ser familiares o casi de esta mujer da varias vueltas a la manzana. Luego su "familia" afortunadamente es inmensa y llena de buena gente.En su vida privada debió de tragar muchas lágrimas.Menudo trago el suyo...Un abrazo.
ResponderEliminarDe su vida privada mejor no hablar. Fueron muchas las calamidades que tuvo que padecer, los hombres que se creyeron con derecho a todo. Es verdad que Katharine Hepburn forma parte del patrimonio colectivo. Su rostro bien podría ser uno de los iconos del siglo XX. Abrazos
EliminarSiempre que conozco a alguien busco en los ojos, las lágrimas que no ha podido llorar. En esos dolores contenidos saldrán las primeras arrugas y el silencio del rostro dice más que lo que la lengua articula. Cada quien entiende sus leyendas de manera distinta. Sin dudas, muchas maneras de afrontar pérdidas o dolores físicos o espirituales. En lo personal puedo abandonarme al llanto como una niña y no temo a los hombres que saben llorar. Los artistas manejan sus vidas como personajes, la verdad no sé hasta dónde llega la verdad y hasta dónde la leyenda de voz en voz, gestada por cada uno, por lo que alguna vez leí sobre su amor con Spencer Tracy debió vivir una existencia atormentada y todo eso cae en la escena como quien suelta un gran peso.
ResponderEliminarEn los ojos de la gente que calla se esconden muchas cosas. Podría ser lo que llamamos "vida interior", que no es más que un rescoldo callado de la trayectoria. Abrazos
EliminarFelicidades un tanto tardías José Luis, un abrazo desde Sevilla.
ResponderEliminarGracias, amigo. Nunca es tarde. Abrazos
EliminarHepburn (las dos, si vamos a ello) sabía transmitir un caudal de emociones con solo hacer que le temblase un labio. Para un actor es fácil hacer rodar rodar una lágrima (que se lo pregunte al Spencer Tracy de La costilla de Adán): lo difícil debe ser conseguir que el público las sienta sin tener que verterlas. Un abrazo.
ResponderEliminarTienes toda la razón y, con el tiempo, Hepburn también lo comprendió y nadie ha mirado con el dramatismo que lo ha hecho esta mujer. Pero por entonces el cine apenas salía de su esclavitud. El gesto, la sobreactuación eran vicios heredados del mundo que todavía tenían el favor del público y, por ende, de muchos cineastas. Un abrazo.
ResponderEliminarPienso en la Hepburn como en una dama de la vida. No únicamente una actriz portentosa. No únicamente una parte de mi propia historia sentimental. Creo que no hizo ni una sola película en la que no hubiese algo verdaderamente suyo, José Luis. Algo hermoso de lo hermoso que adentro contenía. Me han dado ganas (suele pasar) de revisar alguna película suya. Gracias por el texto.
ResponderEliminarCon esta mujer se puede ir a cualquier parte. No te arrepentirás, amigo Emilio, porque nunca nadie estuvo tan dotado para la comedia, para el drama, para lo que hiciera falta. Revisa algún título, selecciónalo al azar, y disfrútalo. Abrazos
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