No queda rastro de los piratas berberiscos, pero Mónsul ya era Mónsul antes de que Indiana Jones la recorriese muy deprisa perseguido por un aeroplano.
También estuvieron allí Strummer y Lennon, Lorca, Goytisolo, y después la colonizó el silencio y el Mediterráneo dispuso de tiempo para borrar sus creencias, para jugar con la roca y modelarla, igual que el viento juega con la quebradiza rectitud de las pitas.
El tiempo está detenido porque la naturaleza sigue trabajando, y la tragedia, el verso, la presencia insolente del Hombre sólo han trazado una imprecisa frontera entre dos mundos muy diferentes.
Pie de foto: Mónsul. Martínez Clares, 2010.
Y que siga así por muchos años..la huella del hombre que tanto marca su paso por los paraisos perdidos deberia ser cuidadosa y reverencial ante tanta belleza.
ResponderEliminarUn abrazo
En este lugar, se respira una quietud que bien merece una reverencia. Abrazos, amiga.
EliminarMe da un poco de pena que estos rincones tan bonitos sean explotados. Solo debería ser habitada por ese silencio del que hablas.
ResponderEliminarUn lugar muy mágico del que es muy fácil enamorarse. Tiene duende ese duende andaluz tan único.
Un beso
El silencio impone su ley durante todo el año, pero ahora llegan los días de la colonización y son muchos los que, en busca de la soledad, se aglomeran entre sus piedras volcánicas. Abrazos.
EliminarLa peineta de Mónsul contemplada desde las alturas por una flor: belleza virgen pero tan frágil siempre. Yo traté de alcanzar esa altura en una ocasión, y fracasé. Admiro tu esfuerzo o tu destreza en el descubriento de la ruta de acceso. Soy más frecuentador de esa otra ensenada vecina, Genoveses. Un abrazo tan cercano.
ResponderEliminarSe trata de una ruta de senderismo que, partiendo de Genoveses, te conduce hasta Mónsul. La dificultad la eliges tú mismo. Puedes rodear continuamente las cimas, los volcanes, o ir coronándolos uno a uno y disfrutar de sus vistas impresionantes. Cuidado con los acantilados. La ruta esconde calas espectaculares, vírgenes, abandonadas a una suerte de la que disfrutan. Son los últimos recodos de la naturaleza, esquinas del mundo conocido que sobreviven, precisamente, porque supone un enorme esfuerzo llegar hasta ellas y, el Hombre, es un animal sedentario. Abrazos, amigo.
EliminarEl titulo retrata perfectamente lo que siento cada vez que visito tierras almerienses. Y ahora quiero visitar Mónsul.
ResponderEliminarCuídate.
Almería era un distrito aparte, una herencia del desierto, de la piedra volcánica, una aventura salvaje, asocial, contestataria. Ahora, el colonialismo humano avanza sobre ella y su desarrollo terminará por domesticar a la fiera. Abrazos
EliminarEstoy pensando que este es uno de esos casos en los que el visitante, sea este más o menos ilustre, debe sentirse orgulloso de haber pisado esos parajes. Yo estuve allí, dirán algunos. Lo contrario el tiempo, como muy bien dices lo borra y el esplendor permanece. Un abrazo.
ResponderEliminarEstuve allí y no dejé rastro. Quizá sea uno de esos escasos lugares en donde esto es lo único importante. Abrazos
EliminarRecuerdo esa playa... muy bella... y tampoco dejé ningún rastro... mejor, la presencia en la naturaleza que sea fugaz y leve.
ResponderEliminarTe descubrí en Pentimento y resulta que encuentro a otros bloggers que conozco..., me gusta lo que leo, me quedo, seguramente no dejaré rastro... o sí.
Besos!!
Bienvenida. Aquí si puedes dejar tu rastro. Este blog es un territorio colonizado por vuestras palabras. Existe sólo para eso. Besos
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