“Estos días azules,
y este sol de la infancia”
Antonio Machado
Se conocían desde siempre.
Machado había fundado junto a don Blas Zambrano la Universidad Popular en Segovia y sus versos terminarían siendo un referente para el pensamiento poético de María.
Ambos fueron, a su pesar, protagonistas de uno de esos caprichos que siempre adornan las tragedias: María Zambrano se iba de España en el coche al que no quiso subirse Machado. El poeta decidió continuar a pie, apoyado en su anciana madre, camino de una frontera a la que llegaría prácticamente inválido. Pero alguien detuvo el automóvil y ella se bajó para cruzarla juntos.
Fue una maldita casualidad encontrarse entre la multitud. No huían de nada. Tan sólo buscaban los días azules de la infancia.
Pie de foto: Frontera. Martínez Clares, 2008.
La vida nos regala o castiga con casualidades que al recordarlas nos hace pensar si no estará todo escrito, si cada paso que damos, no está pensado y meditado por un escritor maldito...Buscar los días azules de la infancia, una búsqueda sin final.
ResponderEliminarBesos desde el aire
Afortunadamente siempre nos quedaran sus versos para hacer nuestros dias mas azules
EliminarUn abrazo
Desde luego, Rosa, que dos figuras de este calibre se encuentren entre la muchedumbre y en esas circunstancias dramáticas bien podría convertirse en el argumento de un poema. O de una película. Efectivamente, una búsqueda muy justificada aunque carezca de final. Besos
EliminarJuanjo: sus versos que vienen con nosotros a todas partes. Machado impregna nuestro mundo. Abrazos
EliminarMachado... qué gran poeta, y tú nos lo traes hoy aquí en tu entrada con esos días azules, ójala no se apaguen, ni que nada ni nadie nos los apaguen en esta época tan incierta y tan oscura.
ResponderEliminarUn beso.
Los días azules de este verano que nos baña. Disfrútalos, amiga. Besos
EliminarTras Lorca, Machado.
ResponderEliminarCelebro el enaltencimiento de la casualidad frente al destino, tan tediosamente desgastado en literatura.
Un saludo.
El destino... un argumento reiterativo para todo lo que carece de argumento. Machado y Lorca. O vicerversa. Según brille la luna. Saludos
EliminarConmovedor relato. No huían de nada, y huían de todo, sobre todo del negro, del negro de luto y sotana que cubría los cielos de España y que enturbió la infancia de los que hoy son nuestros abuelos, que recuerdan el negro del luto de sus madres, tías, vecinas, y sobre todo, el hambre, la miseria, miseria física y sobre todo miseria moral. La tragedia se adorna con el azar como las banderillas adornan al toro para acompañarlo en la muerte. Machado, Lorca, Zambrano. España.
ResponderEliminarManolo, esta España que agoniza en medio de la ignorancia. Qué voces tan desoídas las suyas.
EliminarJosè..." Este sol de la infancia "
ResponderEliminarQue no se nublen los dìas azules como los llamas...y esos bonitos recuerdos de la infancia....
un beso
Se alternarán los claros con intervalos nubosos. Ésa es la gracia de todo esto. Besos
EliminarQue curioso. Ahora cobra una nueva dimensión aquel verso dónde lo decía todo: "un hombre no es un hombre hasta que no oye su nombre de labios de una mujer, puede ser". Puede aplicarse o conjugarse en genérico. Pero claro, si quien baja del coche y pronuncia tu nombre es precisamente María, gracia e intelecto,pues figuraté...Un abrazo
ResponderEliminarImaginar la situación es casi como firmar el guión de una escena épica. Qué final para una obra maestra. Abrazos
EliminarLos versos de Machado me acompañaron en los días azules de mi infancia. Aquella infancia en que hasta el sol lucía de otra manera.
ResponderEliminarLuego ya en mi adolescencia paseé por sus Campos de Castilla.
Qué azules aquellos días..
Un beso.
Machado fue la toma de contacto con la poesía de la mayoría de nosotros. Es natural que sus palabras suenen a infancia, a escuela añeja, virtuosa. Abrazos.
EliminarLos que hemos nacido, crecido y estudiado en tierras machadianas buscamos siempre esos días azules como huellas del tiempo que nos ayuden a encontrar el sentido de nuestras vidas:
ResponderEliminar¡Olivares y olivares
de loma en loma prendidos
cual bordados alamares!
Tu precioso texto, emocionante, es una de esas huellas.
Un abrazo, José Luis.
Las tierras machadianas están en el corazón. Sigámosle el rastro al caminante. Seguro que habrá ido dejando miguitas de pan para que nadie se pierda. Abrazos, amigo Miguel.
Eliminar¡Y qué encuentro ! En verdad cinematográfico si no fuera por el drama..
ResponderEliminar¡Soñando caminos! qué versos..
" En el corazón tenia
una espina de una pasión;
logré arrancarla un dia:
ya no siento el corazón"
Siempre azules pero no 'blues'
Un abrazo
Abril: ¿Te das cuenta que Machado, al final, interpretó literalmente su gran metáfora? Nos dejó el legado de la autenticidad. De la consecuencia. Hablamos del compromiso del caminante. Abrazos
EliminarCruzar una frontera solo ha de ser, únicamente, un triste dejar atrás; cruzarla acompañado un aún hay tiempo por delante, incluso cuando los días son ya amarillos, incluso cuando el sol no alcanza para entibiar ya los huesos de tantos años. Un abrazo
ResponderEliminarCierto, Juan. Cruzar en compañía es un regalo del tiempo, el atisbo de que habrá un mañana. Abrazos
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