Robaba santos y vírgenes.
Junto a ellos, se llevaba también las plegarias de gente desesperada, esa gente que apenas recuerda ya cómo se reza cuando se arrodilla torpemente en la capilla desabrigada de un hospital.
Después, los malvendía en el Rastro.
Sé que robaba santos, vírgenes, quizás algún milagro sin comprobar, pero, de los muchos ladrones que aparecen en el periódico de hoy, tal vez sea el único que tiene perdón de Dios.
Pie de foto: Atlas del errabundo. Martínez Clares, 2009.
O por el contrario no tiene ni perdon de Dios...pues al fin y al cabo le robaba a el
ResponderEliminarUn abrazo
Es mejor robarle a Dios que a los mortales. Mira cómo nos están dejando. Abrazos
ResponderEliminarPrecioso y verdad.Yo nunca he robado santos y eso que soy lector empedernido de San Juan de la Cruz y de Teresa de Avila,pero sí he robado libros en mi adolescencia por falta de dinero.El primero,un Mark Twain.Al principio me sentí fatal,pero a medida que fui leyendo a este autor,me dije: tengo su perdón.
ResponderEliminarAbrazos
Yo robé un Ivanhoe en edición de bolsillo que aún me acompaña con ese patético aspecto que tienen los que han sobrevivido a muchas batallas. Lo tuyo empezó con Twain. Lo mío con Scott. Podemos darnos por absueltos, compañero. Abrazos
EliminarMás bien los malvendía...
ResponderEliminarOpino como tú. Estoy convencida de que tiene el perdón de Dios.
Hay que malvende vidas humanas...Estoy segura que esos no obtendrán ningún perdón, ni si quiera el de sus propias conciencias.
Un beso.
En caso de que las tuvieran, cosa que dudo. Un beso
EliminarLa foto es buenísima, ¿puede saberse de dónde es?
ResponderEliminarSe trata de una pequeña capilla del convento de San Esteban, en Salamanca. Un abrazo
EliminarAmigo, JL. Qué verdad de microsecuencia envuelta en el hermoso tempo poético de los cataclismos diarios. Ya no basta con la chatarra, ni las latas de anchoas del Mercadona ni los Calvin Klein de, ECI. Ahora los temidos pecadores buscan quincalla en los camposantos. Si ese Dios lo está viendo, seguro que los perdona como al ladrón de bicicletas. Un fuerte abrazo
ResponderEliminarNo me menciones al ladrón de bicicletas, amigo, que me enternezco. "El ladrón de bicicletas" no es una película. Es la película. Abrazos
EliminarEse verbo se conjuga con facilidad en éstos tiempos pero tampoco me cuesta creer que a Dios no le importe mucho..
ResponderEliminarUn abrazo solidario y admirativo
Un verbo irregular y poco justo. Besos
EliminarTodo perdón -y más si es divino- implica el reconocimento de la culpa, la contrición y el propósito de enmienda. Si todo eso el ladrón lo pretende, como parece colegirse, con el material robado, me parece que Dios lo va a tener difícil.
ResponderEliminarUn abrazo, José Luis (contrito, por otros pecados de omisión)
Vendía vírgenes de 2000 euros a 50. Admirable esa forma tan ineficaz de hacer negocio. Parece uno de nuestros banqueros, el jodío. Abrazos
EliminarA los pobres como este se les perdona. A los otros se les indulta. Y aquí paz y después gloria.
ResponderEliminarLa fotografía, estremecedora, Jose Luis. Nunca vi un altar tan hermoso.
El convento de San Esteban es uno de los edificios religiosos que más me ha impresionado. Tiene varios rincones estremecedores, absolutamente fotográficos. O literarios, según se mire. Abrazos
EliminarHabía oido lo del cobre,pero lo delos antos me deja en oremus por seguir con el tema. Pienso en el comprador, que conociendo el origen tal vez reciba mayor y merecido castigo, si es que la justicia terrenal existe. O no. Me quedo pensándolo. Preciosa foto.
ResponderEliminarEl comprador es una parte inevitable del delito. Muy agudo. Se te notan las horas de cine. Abrazos
EliminarJosé Luis me sorprendiste como cuando recién llegada a México me enseñaron aquel Cristo negro, una imagen donde se postran ladronzuelos y prostitutas para rogarles les vaya bien en la faena del día.
ResponderEliminarCristo parece que tiene amistades en todas partes.
EliminarSi ves al fondo una silueta aplaudiendo ese soy yo. Con o sin perdón de Dios te salió soberbio.
ResponderEliminarLa historia del diario ya lo era. Qué mundo este. Abrazos
EliminarEn tiempos de crisis, se ve de todo... Y el pecado es más pequeño cuando lo cometes por necesidad
ResponderEliminarSeguro que a las vírgenes y ejem, ejem... No les importa demasiado.
Buena entrada y magnífica imagen, Ann@
A las vírgenes y los santos sólo les preocupan las reacciones iconoclastas. Esto no es más que un cambio de santuario.
Eliminarcuanta razón en tus palabras Jose Luis, no creo que a Dios le importe, si estuviera por aquí, él mismo lo repartiría entre los que más lo necesitaran y en los tiempos que corren los que más roban, pero a lo grande, son los que más rezan y más golpes de pecho se infringen, creen que con eso está todo perdonado, una confesión, un buen donativo y todo arreglado.....Jesús los echó del templo a bastonazos......¡¡¡¡la fotografía maravillosa¡¡
ResponderEliminarAquel Dios tan humano, con el cinto en la mano y totalmente indignado. Cuánta actualidad hay en tus palabras.
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