La limpieza es una labor infructuosa.
Al menos, a mí me sucede un poco como a esas ciudades prósperas de prósperos gobernantes que parecen estar reconstruyéndose desde antaño. Mirándolas podría decirse que siguen ahí, vetustas pero sin acabar del todo, casi sin definir, siempre quebradizas en busca de tantas mejoras necesarias o innecesarias, de una identidad que impresione a sus visitantes o que termine por entristecer a sus moradores. Su fisonomía -eso que ahora llamamos el skyline- se puebla de grúas igual que las esquinas de mi hogar se pueblan de escobas, fregonas y trapos conservados por algún desaprensivo.
Decía que la limpieza puede ser una labor desalentadora.
Pregúntenles a esas ciudades que fueron prósperas, a ésas cuyos presupuestos han decretado el final apresurado de las obras, y verán como les sucede lo mismo que a mi humilde morada en los días de zafarrancho: no tienen solución, porque apenas acabas por un extremo y ya merece la pena volver a empezar por el otro.
Al final de la jornada, me derrumbo en un sofá con un bourbon entre las manos y contemplo mi obra inacabada. Y entonces la espero pacientemente, con la seguridad de que acudirá a su cita, de que aparecerá juguetona y desentendida, como siempre. Y a mí me bastará con ver volar esa pelusa para exclamar lo que hubiese exclamado aquel coronel enemistado con los carteros: tanto limpiar y al final mierda.
Pie de foto: El Apocalipsis. Martínez Clares, 2010.
Dice Jorge Wagensberg en su imprescindible "Si la Naturaleza es la respuesta,cuál era la pregunta?":
ResponderEliminarLimpiar es cambiar el zurullo de sitio.
O sea, lo que tú dices.
Un abrazo.
Pues desconocer a Jorge me ha hecho escribir todo esto para decir exactamente eso. ¡Qué capacidad de síntesis!
EliminarUn abrazo
Pues el profesor Miyagi en Karate Kid no opinaba lo mismo. Ya sabes,"dar cera, pulir cera". Sin embargo los del movimiento dada allá por el Cabaret Voltaire eran muy permisivos al respecto.
ResponderEliminarLimpiar es como afeitarse, una tarea siempre inacabada. Aunque siempre se puede cambiar de look y dejar que la naturaleza se abra paso...Un abrazo.
No he considerado todavía esa opción y la de la barba tampoco, pero todo se andará. Un abrazo
EliminarNo puedo estar más de acuerdo con esa frase del coronel...Deprimente es la palabra que mejor define mi sensación al observar la suciedad de mi casa recién limpia...
ResponderEliminarUn beso.
Tal vez seamos demasiado perfeccionistas, pero uno espera otros resultados cuando limpia su casa o cuando pasea por su ciudad. Besos
EliminarJL, hay momentos que cuando te quedas contemplando el Skyline como esa hermosa foto. Sólo quieres que el Jack Daniels nunca se consuma en el cristal de tus dedos. Dicen que las manchas, muchas de ellas son intencionales y sin forma. En mi casa, es el resultado del caos. Mi vecino tarquín o el caótico Mr. Proper de todo a Cien. Abrazos
ResponderEliminarLa mancha es bella... ese lema está por llegar. Abrazos
Eliminarlos días de zafarrancho son días de tila..por lo del desquicie, ¿para que narices acumularemos tanto de todo? es como las grandes ciudades... hormigón y hormigón, ¿será que tenemos que transformar nuestro piso en una aldeita llena de praderas?
ResponderEliminarSi mi piso fuese una aldeita llena de praderas, no encontraía justificación para salir a la calle.
EliminarNo hay labor más ingrata..limpiar sobre limpio en ese afán de cambiar el rostro a nuestro espacio..¡dejar que la pátina del tiempo eleve el polvo a categoria de obra de arte ! ;-D
ResponderEliminarYo lo que suelo hacer es cambiar los muebles de sitio y seguramente arrastrar pelusas de un lado a otro..
Un beso
Cambiar los muebles de sitio es una metáfora preciosa. Y arrastrar las pelusas... ni te cuento. Es una consecuencia inevitable. Besos
EliminarMe temo que no hay solución o si existe pasa por tener serias consecuencias. Echarse a la bebida no es solución pero reconforta y en estos días calienta.
ResponderEliminar¡Salud!.
No están los tiempos para negarse a las cosas que nos reconfortan. Un libro, el cine, música, un licorcito... esas cosas que van haciendo más llevaderos los días.
EliminarZafarrancho de combate eran las palabras que usaba mi madre cuando estimaba conveniente el inicio de una limpieza general. Lo recuerdo como algo realmente desagradable, inicio de un sinfín de roces familiares. Limpiar solo es un coñazo pero limpiar en grupo o en pareja es para volverse loco.
ResponderEliminarY me has recordado que tengo que hacer limpieza, vayapordios...
Lo lamento, Mara. He traído a tu mente algo ciertamente desagradable. Pero, por lo que cuentas, si hay que hacerlo hazlo sola. Un abrazo
EliminarMuy bueno y profundo,amigo.Creo que esto es cuestión de Historia,sí,con mayúscula.Decía James Joyce:"la Historia,esa pesadilla de la que quisiera despertar".El río de la Historia arrastra y sumerge a las pequeñas historias individuales,la ola del olvido las borra de la memoria del mundo.Cansancio del presente personal,social e histórico.Aunque ambos hagan su crónica para destruir la ficción de la Historia,vemos y sabemos que la Historia,grande o pequeña,se ha refugiado como evasión de un presente insoportable e invisible.El zafarrancho es imposible.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo
La Historia se lleva por delante las Intrahistorias, pero para solucionar esto están la Literatura, el Cine, la Fotografía, la Pintura... e incluso algún que otro blog, como el tuyo. Un abrazo.
EliminarHas retratado la frustración de casi todas las mujeres. Limpiar escritorios y libreros siempre me recuerda que no puedo cargar con un país a todos lados. Deshacerme es difícil, de las cosas que pesan. Pero, lo peor es cuando el polvo y los recuerdos van haciendo pelusas en el aire de los ojos y vienen a revolcarlo a uno.
ResponderEliminarVienen los recuerdos a revolcarnos... un buen comienzo para un poema desmemoriado. Abrazos
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