Veinticinco años. Siete días.
Cien salas. Se diría que estoy hablando de una condena, pero se trata más bien de
una magnífica e inusual noticia.
Si son ustedes de esos
afortunados que aún disfrutan de un cine en su provincia de residencia, lleven
a sus vástagos a ver Cinema Paradiso
y regálenles, de esta manera, la chispa que podría prender la llama de una
pasión.
Ah, y no concedan demasiada importancia a esos
comentarios que, con motivo de su regreso a las carteleras, atribuyen a la
cinta de Tornatore la inconsistencia de poseer una trama excesivamente simple
(qué pensaría de este exceso un genio como Hitchcock que redujo sus tramas a la
estúpida categoría del MacGuffin). Si
la historia es sencilla es porque la película nos cuenta únicamente que el
cine, como la vida, se reduce a una armoniosa sucesión de besos rotos.
Pie de foto: cartel de Cinema Paradiso.
Un tipo que cine que ya ha desaparecido,amigo. Qué sensibilidad de película y qué amor al cine. Qué bonitas esas escenas rodadas dentro de la cabina de proyección, ese lugar tan mágico y tan carente en las películas. Buster Keaton realizó también ese prodigio que es El moderno Sherlock Holmes, allí lo vemos trabajando en el interior de una cabina de proyección y sueña que se adentra en la película. Sin embargo en La rosa púrpura del Cairo de Allen no se ve esa cabina. Cinema Paradiso es maravillosa. Recuerdo ese cuento filosófico que se cuenta en el filme sobre ese hombre enamorado y en donde debe pasar mil días debajo del balcón de su amada. Sufre vientos,lluvias,tempestades, hambre,frío,calor, y cuando le queda solo un día para cumplir el mandato coge el tío y se va. ¿Por qué? ¡Y yo que sé! Luego vienen todos esos besos robados y conservados en latas de positivado.
ResponderEliminarAbrazos,amigo.
Tu comentario es de cine. Un abrazo, amigo
EliminarTrama simple? Es sencillamente la pelicula mas emotiva que he visto nunca
ResponderEliminarUn abrazo
Coincido contigo plenamente. Abrazos
EliminarTengo una muy personal especial relación emotiva con esta cinta, de tal carga y potencia, que me impide verla sin sucumbir en un largo llanto, ni siquiera puedo escuchar su banda sonora. Exagerado pero cierto.
ResponderEliminarUn abrazo emocionado.
Comparto contigo esas sensaciones. Un abrazo
EliminarCon reestrenos así uno puede volver a usar el cine maquiavélicamente para conquistar corazones en la oscuridad de una sala. Jovenzuelos del mundo, aquí hay un filón.
ResponderEliminarCuídate, José Luis.
Un eslogan acertadísimo, amigo Rafael. Un abrazo
EliminarMe encantaría poder verla en sala grande, aunque sé que no podría evitar esas lagrimillas que me caen siempre al final... En fin, menos mal que las salas son oscuras y que seguro no iba a ser la única con necesidad de pañuelo. Un saludo.
ResponderEliminarEs muy saludable llorar en una sala de cine. Eso rentabiliza la entrada por sí solo. Saludos
EliminarVeinticinco años son una eternidad si tenemos en cuenta lo que ha cambiado el cine en este tiempo (o el tiempo que hace que el cine dejó de serlo). Hermosísima película, que ya hizo las delicias de mi pequeña hace tiempo, salvo, ay, precisamente el final, que se durmió. Y por más que he intentado volver a ponérsela, siempre ocurre algo. Tu llamada de atención puede ser una buena ocasión para recuperar para ella aquellos besos robados... Un abrazo en celuloide, José Luis.
ResponderEliminar"Parece que fue ayer" es una frase muy recurrente pero, a la vez, muy cierta. En fin... mi peque aún es demasiado pequeña para acercarse a Totó, pero todo se andará. Abrazos
EliminarUn placer siempre pasar por esta casa...hoy no coincidimos del todo con la bobina, pero que más da, coincidimos en la pasión por el séptimo....un abrazo y sigue robando fotogramas al sueño
ResponderEliminarCine, cine y más cine... un abrazo
EliminarHace 25 años erábamos todos más jóvenes pero la emoción, la sensibilidad si se tenía entonces, ahora todavía más, aunque algunos la disfrazan con la edad bajo una capa de cinismo. Si ahora se dice que la trama es simple es porque en estos 25 años hemos continuado queriendo complicarnos la vida y alejarnos de la conexión directa entre lo que vivimos y lo que sentimos…espero que la re-edición de esta película, contribuya a hacer el camino al revés. Hay que contribuir todos en esta necesaria recuperación; yo lo intento (entre otras cosas) con mi blog (www.photosatriani.wordpress.com ) con mi fotografía del silencio (http://photosatriani.wordpress.com/portfolio/ ) y con el proyecto Emotionage en el cual cuento también que el apoyo y contribución de nuestro José Luís
ResponderEliminarLa conexión entre lo que vivimos y lo que sentimos... estupenda reflexión. Un abrazo
ResponderEliminarMe he regalado el DVD y aunque nunca será lo mismo pienso ponerme a ello en cualquier momento en el salón de mi casa...apagando luces y sin palomitas..sissssh!!
ResponderEliminarPlaceres no culpables.
Besos, amigo :-)
José Luis, anoche tuve la suerte de visionar esta película.Me pareció exquisita por la simpleza de la historia que narra, (larga vida al cine que retrata historias simples, historias de emociones humanas), atemporal, divertida, entrañable, y con una banda sonora deliciosa. Es un magnífico documento sobre el cine y el impacto que este tuvo en la sociedad de aquellos años. La observé con deleite porque tú ya me habías puesto en antecedentes.
ResponderEliminarGracias.
Sete.