En enero de 1983, Andy Warhol
visitó Madrid. Este viaje legendario supuso para muchos un verdadero
acontecimiento, pues los artistas de la incipiente Movida se creyeron legitimados, desde entonces, por uno de sus mayores
iconos y consideraron, además, que la mera presencia del genio situaba a España
a la cabeza de las vanguardias europeas. Fue, tal vez, un engañoso salto hacia
la modernidad que, desde la distancia de los años, aún mantiene un cierto sabor
a desencanto.
Warhol fue agasajado con formidables
fiestas, y a éstas no faltaron algunos de los miembros más selectos de la
sociedad madrileña, incluido el sector más putrefacto y arcaico. Cuenta Luis
Antonio de Villena que el norteamericano no quería regresar a su país sin pasar
primero por el Museo del Prado. “Al día
siguiente de la fiesta con los March”, explica, “le acompañamos al Museo del Prado”. Warhol había mostrado su
interés, sobre todo, por la obra de Zurbarán. Al llegar a la entrada de la
pinacoteca preguntó por la tienda. Allí, compró varias postales. Pero, cuando
sus acólitos le invitaron a pasar al interior del museo, él respondió mostrándoles
las postales: “No, no, ya lo he visto. Es
maravilloso, es un museo magnífico, me ha encantado”. En palabras del
propio Luis Antonio de Villena, esta anécdota protagonizada por el idolatrado
artista es lo “más pop de lo pop”.
Acaso sea por este tipo de
admirables excentricidades que mis gustos se han decantado siempre por otras
cuestiones más vulgares, menos místicas, más poéticas, si me permiten la creencia.
Con los pies en el suelo, uno también ha llegado a enamorarse del arte y de sus
músicas, pero un poco a la manera canalla que describe José Ignacio Lapido
cuando afirma: “En el escenario, se
encontrarán con una banda de rock. Y, en la barra, cervezas frías, supongo”.
Pie de foto: Andy Warhol. Sitio web de la imagen.
"Saludé a un montón de gente, y todos me saludaron..." Esta anotación de noviembre de 1976 resume prácticamente todo el contenido de los diarios que Andy Warhol llevó durante los últimos diez años de su vida. Me encanta ese Warhol de peluca blanca y palidez cenicienta, que se asemeja a un espectro en el festín, un papel que parece literalmente creado a su medida. Lo que distingue a Warhol es su ingenuidad asumida sin esfuerzo, una inocencia maravillada que recuerda a los primeros cineastas. En más de un sentido, Warhol es el Walt Disney de la era de las anfetaminas. Sin duda alguna la mayor creación de su vida sería un ratón Mickey entumecido por el Valium y con una peluca blanca de terror. Los inexpresivos comentarios sobre su propia obra denotan una astucia burlona: "Si quieren saber algo de Andy Warhol, miren la superficie de mis cuadros. No hay nada detrás... Quiero ser una máquina... Todo el mundo es plástico. Yo quiero ser plástico...". Dijo también que en el futuro todo el mundo será famoso durante quince minutos. Todo el mundo debería tener derecho a 15 minutos de gloria. Tenemos los Reality Show, Internet y otros sueños de gloria que ahora se me escapan.
ResponderEliminarAbrazos, amigo mío.
15 minutitos de gloria.. los suficientes para airear tu vida y la de los tuyos. Tus comentarios siempre me enriquecen. Un abrazo
EliminarSe agradece mucho esta mirada en perspectiva y que nos pone en antecedentes a algunos.
ResponderEliminarMe hace mucha gracia la rocambolesca anécdota del museo; el tipo lo tenía todo resumido en imágenes, no necesitaba nada más, eso es simplificar, sí señor.
Un abrazo.
Fue un acto precursor de internet. Ahora vamos a todas partes sin ir... vamos... como Warhol pero con 30 años de retraso. Besos
EliminarDisculpame Jose Luis....nunca me ha interesado este tipo y sus ocurrencias....y esta del museo hace que me interese menos todavía....me voy a la barra a por una cerveza...un abrazo
ResponderEliminarEres de los míos. Casi me indigné cuando Luis Antonio de Villena contó la anécdota como si narrase un hecho glorioso. Venga esa cerveza. Un abrazo
EliminarNo tenia ni idea de la anécdota pero ahora me siento mejor. Saber lo que opinaba este hombre no me quita el sueño. Al fin y al cabo todos somos del mismo barro, genios o no.
ResponderEliminarTambien me voy al bar, pero despues de visitar el museo.
Un placer siempre, leer tus "efímeras palabras", Jose Luis.
Un beso
El bar es la culminación del arte... algo así pensarán nuestros posibles lectores del futuro cuando nos lean... un futuro sin bares, naturalmente. Besos
EliminarVaya tela con las excentricidades de los artistas... Esta, como bien has dicho, es lo “más pop de lo pop”.
ResponderEliminarBesos y ha pasarlos bien, amigos
Besos, amiga.
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