Curso de escritura automática. Emilio Calvo de Mora. Detorres
Editores. Córdoba, 2017.
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“Las horas iban persiguiéndose sin tregua / y el mejor juego era el que
no acababa nunca”. Qué enorme placer supone la lectura de un poemario
cuando te deja la impresión de que has estado de cervezas con su autor,
acodados ambos en la última barra abierta de la noche, cómplices todavía en
esta quimera paradójica del verbo, empapados, a ratos, por “esa exquisita tristeza / que los años acaban / convirtiendo en estilo”.
Imagínalo, amigo Emilio: el barman nos propone un Jack Daniel´s antes de echar
el cierre y, mientras llena nuestras copas, convenimos que, si nos dejasen,
seguiríamos aquí aferrados al precipicio de la lectura hasta que nos abordase
el mismísimo “Kafka con su libro de
capitulaciones”.
Ahora que he regresado a casa quiero ponerme manos a la obra para hacerme con él. Estoy deseando leerlo. Admiro una enormidad al autor.
ResponderEliminarBuenísimo. Muy recomendable. Poesía de la que entabla un diálogo entre poeta y lector. Ya lo comentaremos, amigo. A ver cuándo nos cuadra esa escapada a la casa de Valente. Un abrazo
EliminarEl admiradísimo Emilio, de quien una aprende tanto.
ResponderEliminarUn abrazo, José Luis.
Prosa y versos inigualables. Un abrazo
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