Leemos una escena de Romeo y Julieta: los Capuleto, los Montesco, la ancestral dualidad del mundo.
Les propongo que imaginen un final para esta historia.
Saben perfectamente que se trata de una tragedia pero, aunque el drama está servido, todos escriben un desenlace feliz.
Tal vez, las mentes de los niños aún no conciban que el dolor es un ingrediente previsible de la existencia.
Pie de foto: En los ojos. Martínez Clares, 2011.
¿Son los mismos que piensan que el cerdito se convertirá en humano?
ResponderEliminarNo lo conciben, doy fe. Benditos ellos, que aún creen posible comerse felizmente las perdices sin tener que matarlas antes. Un abrazo.
ResponderEliminarDe niños no imaginamos que seguramente hay más cosas que acarrean sufrimiento que finales felices...Bendita ignorancia.
ResponderEliminarBesos desde el aire
Porque es lo que deseamos todos, en el fondo, aunque con la edad de vergüenza admitirlo. Dulce inocencia la de los niños, que les dure, lo más que puedan. Saludos :)
ResponderEliminarEl dolor de los amantes es infinitamente mejor que el sosiego del que jamás a vivido una pasión por eso no imagino otro final..¿ más happy ?
ResponderEliminarSaludos :-)
Sin duda prefieren los finales felices como en los cuentos de hadas donde los malos son muy malos y reciben su merecido; donde los buenos son muy buenos y siempre acaban comiendo perdices :-)
ResponderEliminarUn abrazo.
Dales tiempo...aprenderán que la vida está impregnada de dolor y que de ese dolor también se puede aprender. El dolor es un eslabón más de la cadena.
ResponderEliminarUn beso
Posiblemente estés en lo cierto. Según he leído nadie es "original" sino que se crea en base a lo aprendido, lo conocido, aunque sea inconsciente, por eso conforme pasan los años nuestra versión es más tortuosa y dolorosa, conforme con los palos que la vida va dando.
ResponderEliminarEl Hereje: los mismos santos inocentes. Saludos
ResponderEliminarJuan: espero que el tiempo no estropee del todo esa concepción ideal de la existencia. Pero el baño de realidad llega tarde o temprano. Un abrazo
ResponderEliminarRosa: sin el dolor nunca hubiese habido aprendizaje. Estaríamos comiendo bananas en una rama. Saludos
ResponderEliminarMaría José: qué les dure, pero que esa inocencia no determine sus decisiones más importantes. Saludos.
ResponderEliminarAbril: una reflexión muy literaria, es decir, verdadera. Saludos
ResponderEliminarMJ: los malos tan malos y los buenos tan buenos... propaganda. Un abrazo
ResponderEliminarMyra: el tiempo lo regala la experiencia. Hay gente que no pierde jamás la inocencia. Los de su entorno suelen referirse a ellos despectivamente... son manías de la realidad implacable. Un beso
ResponderEliminarSergio: evidentemente, acabamos siendo un producto de lo vivido, pero también de lo temido. Saludos
ResponderEliminarSin duda alguna un experiemento pedasgogico interesante.....¿seremos optimistas por naturaleza y la socuedad nos hara pesimistas?
ResponderEliminarUn abrazo
Juanjo: la experiencia es la que nos hace pesimistas. No siempre la propia. También existe -tú lo sabes- el aprendizaje por observación. Esa es nuestra principal fuente de consulta. Un abrazo.
ResponderEliminar"y yo quiero deciros que el dolor es un don
ResponderEliminarporque nadie regresa del dolor y permanece siendo el mismo hombre [...]"
(Luis Rosales)
Cuídate.
Rafael: si lo dice don Luis ya no hay nada más que añadir. Abrazos
ResponderEliminarTe leo con el corazón hecho un aplauso, distribuyo +1 página fuera, me despido con una venia y me voy sin jamás dar la espalda.
ResponderEliminarUn abrazo, José Luis.
Tania: un abrazo fuerte y gracias por tus palabras... bellísimas.
ResponderEliminarA la mente del niño le falta experiencia que será lo que haga en un futuro racionalizarlo todo. Aunque no creo verdaderamente "que las mentes de los niños aún no conciban que el dolor es un ingrediente previsible de la existencia", los niños entre ellos son crueles de narices, ¿hay alguna edad más dolorosa que la preadolescencia y la adolescencia? ¿o será parte del aprendizaje que nos hará sobrevivir en un futuro?.
ResponderEliminarEl jueves pasado leí en clase a Jorge Manrique. Quedaron serios y ensombrecidos al desgranar el significado de las Coplas, aunque me alegré de ver cómo fueron capaces de entender más de lo que en un principio suponía y cómo se formó un debate interesante sobre la vida y el valor de lo efímero. No desfallezcamos en leer Literatura en clase, pero de la buena. Aunque no sé si llegará pronto algún padre protector diciéndome que le voy a crear un trauma a su niño.
ResponderEliminarCarmen: creo que los niños son los mejores soldados porque aún no tienen conciencia de la gravedad de sus actos. El dolor es algo inexplorado para ellos. Saludos
ResponderEliminarRafael: en clase hay que aprender a pensar. De esa forma y entre otros efectos benéficos, adquirimos una coraza contra los traumas. A la larga, los papás lo agradecerán, aunque les cueste un trauma. Saludos
ResponderEliminarQuerido José Luis,
ResponderEliminarsi supieras que yo nunca me "he creído" ese final?
No puedo con tanto dolor, ni con tanta mala suerte y prefiero pensar que nos hace un guiño el autor pero que ellos consiguieron escapar y vivir juntos tranquilos y sin "familia", el uno para el otro.
Un abrazo de miércoles fresquito.
Beatriz: ese es un debate entre tú la obra... qué duda cabe de que las mejores historias son aquellas que permiten al lector ponerles la rúbrica. Abrazos
ResponderEliminarLo mejor de todo es que tan solo es una historia. Los niños carecen de dolor, sus ojos ven con la inocencia que les caracteriza. A medida que vayan creciendo se les caerá la venda que les impide ver la realidad de los mayores. Creo que me gustaría seguir siendo niña.
ResponderEliminarGracias por tu visita a mi blog, ha sido un placer el verte por allí.
Saludos.
Nonna: ¡oh, mi adorado Peter Pan! La niñez es una época de la que muchos huyen despavoridos mientras que otros se quedarían a dormir en sus inmediaciones. Saludos
ResponderEliminarmuy bueno...el post y el blog
ResponderEliminarMuchas gracias, Joaquín, por tu visita. Saludos
ResponderEliminarLos niños son valiosos por si mismos,pero además por sus dos vertientes: una que son inocencia, no tienen, aun, registro del dolor y la maldad; y por otra hay que cuidar mucho su formación porque de ello depende del guerrero que serán en el futuro. Como docente, me importa más formar seres humanos de calidad, que eruditos.
ResponderEliminarMuchas gracias por llegar a mi blog. He conocido el tuyo, me parece muy interesante, y me quedo.
Un beso, Jose Luis.
Bienvenida, Duna. Guerreros inocentes, buenos humanos, eruditos... Un mundo perfecto. Se palpan la docencia, los principios y los fines. Besos
ResponderEliminarHola, José Luis: me alegro de encontrar tu blog. Muy bueno, como ya imaginaba.
ResponderEliminarYo creo que quizás los niños sí guardan memoria oscura de los terrores infantiles del sueño y de la oscuridad de la etapa previa suya.
Y si no recordarles lo de W Allen: comedia es tragedia... más tiempo.
saludos blogueros
José Antonio: bienvenido a tu casa. En la memoria oscura... buen lugar para albergar lo sombrío. Saludos
ResponderEliminarO son más optimistas que nosotros.
ResponderEliminarVen a mi blog y lee la entrada. Verás cómo juegan los niños...
ResponderEliminarNo estoy de acuerdo con ese final, aunque se trate de una pequeña historia, el debate está más que servido.
Besos.
Aunque sí es verdad, que sobreviven. Busca la palabra "Resiliencia".
ResponderEliminarOtro beso.
Francisco: nosotros somos aún grandes optimistas... y sin motivo alguno. Abrazos
ResponderEliminarLNJ: voy para allá y espero descubrir esos juegos y ese final tan diferente. Besos
ResponderEliminarSi no duele es que el amor no pasó por ese cuerpo.
ResponderEliminarhttp://lafraguadelasletras.ning.com/
Natacha
Sudeste: duele cuando se agarra. muy cierto. Saludos
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