Me pusieron en guardia: “Góngora no es Quevedo”.
Cuentan que al cordobés le gustaba escribir para poca gente. Había creado un estilo, el Culteranismo, consistente -nos explicaban- en cifrar el mensaje de manera que nadie pudiera comprender un ápice de lo leído. ¡Qué gran herejía para un canónigo!
Fue una advertencia breve, pero efectiva. A muchos les derrotó de antemano.
Después, el profesor comenzó a leer el poema con cierta desgana, obligado por el currículum, y yo intuí que hace cuatrocientos años -aunque Góngora jamás publicó su obra- ya todo estaba escrito.
Pie de foto: En guardia. Martínez Clares, 2008.
Gongorinos somos y el camino (de Córdoba) nos encontraremos. Ya me dirás si no, qué puede decir uno de un Góngora tan riográfico:
ResponderEliminar¡Oh gran río, gran rey de Andalucía,
De arenas nobles, ya que no doradas!
Un abrazo, José Luis
Qué poeta tan moderno es Góngora, amigo Miguel. Sus versos fluyen por nuestras palabras, mojan las páginas donde escribimos, responden todas preguntas que aún no nos hemos planteado, nos avisan de que el agua pasada no mueve el molino. Ah, vuestra Córdoba que cada vez es más nuestra.
EliminarUn abrazo
No fue moderno, José Luis, hasta que la G27 y, más concretamente, Dámaso Alonso lo recuperaron del olvido.
ResponderEliminar"Góngora no es Quevedo..." "Buena" forma de empezar a estudiar al poeta.
Sí, como decía García, "ojo al dato". Era una forma estupenda de motivarnos ante el giro poético que se avecinaba. Abrazos.
EliminarComo herederos de la Generación del 27, debemos considerarnos también sucesores de Góngora.
ResponderEliminarCuídate José Luis.
Efectivamente gongora ha sido bastante maltratado por la critica...creo que su competencia con Quevedo no le favorecio aunque es evidente que no tiene nada que envidiarle
EliminarUn abrazo
Rafael: siempre heredando. Los poetas tenemos la suerte de ser unos nuevos ricos, aunque sólo en el ámbito de la herencia literaria. Cuidémosnos.
EliminarJuanjo: esas competencias agigantan las figuras de sus contrincantes. Llegaron a hacerse cosas dignas de "La guerra de los Rose".
EliminarA Góngora lo han marginado posteriormente quienes no son amigos de la poesía. Ten en cuenta que en su época fue considerado un innvovador y, aunque tenía muchos detractores, era célebre pese a no haber publicado ni un sólo verso. Abrazos.
El retrato de hombre misterioso y enfadado que acompañaba su comentario en el libro de texto,me llevó deforma misteriosa a interesarme por él. Más que lo que me decían en clase. Pluscuamperfecto y enigmático. Manejaba el idioma como el pizzero la masa.Y hacía lo que le daba la real gana. Un saludo
ResponderEliminarUn genio. Y, además, un hombre que destrozó muchas barreras poéticas, temáticas y culturales. Claro... le costó la ruina. Saludos
EliminarQuizás tuvo más de hereje de lo que se cree y menos de canónigo de lo que se supone. Quizá no supo elegir sus enemigos, y la historia le concedió uno enorme. Quizás esta historia sea más común de lo que creemos. Lo que desde luego no es común es su poesía.
ResponderEliminarFue un hereje poéticamente hablando. Eso le forjó enemigos, qué duda cabe. Respecto a su sacerdocio, es cierto que en más de una ocasión fue puesto en tela de juicio por sus actitudes vitales y poéticas, pero quién podría ser un genio manteniéndose dentro del rebaño. Saludos
Eliminarme encantan los genios por eso te leo
ResponderEliminarGracias, amiga. No es para tanto la genialidad de este humilde escribiente, pero se agradece el cumplido. Nos vemos por estos lares. Abrazos
EliminarQuevedo vs Góngora, tan distintos, tan iguales, lo que más me gusta entre este duelo era la forma en la que se escribían, por ejemplo Quevedo escribió aludiendo a la enorme nariz de Góngora:
ResponderEliminarA una nariz
Érase un hombre a una nariz pegado,
érase una nariz superlativa,
érase una nariz sayón y escriba,
érase un peje espada muy barbado
Góngora metió la nariz en asuntos a los que no estaba invitado, según Quevedo.... en fin, el pleito entre Quevedo y Góngora es sobre todo, ilustrativo. Saludos
Una rivalidad que marcó una época y sirvió como ejemplo para mantener la división entre nosotros. Las dualidades, los partidarios irracionales, las adhesiones inquebrantables son características de nuestra sociedad, como en aquel momento lo fueron en el ámbito de la literatura. Abrazos, amigo Paco.
EliminarQué mayor ejemplo del inmenso valor poético de Góngora que ese soneto del que extraes el título, ese Carpe Diem, ese tempus fugit, motivos habituales en el Siglo de Oro y a los que Quevedo aportó su "Ayer se fue, mañana no ha llegado / hoy se está yendo sin para un punto". Por cierto que he vuelto a las Soledades este último mes, y apenas entras en el juego y aceptas las claves, son gozosas de leer. Un abrazo, y gocemos cuello, cabello, labio y frente.
ResponderEliminarEs cierto, amigo Juan, que no es propio de un cura este tipo de poética. El carpe diem alcanza con Góngora su cenit. Góngora fue un cura que nos aconsejaba exprimir la existencia antes de que la existencia nos exprima a nosotros. Después de eso, todos sus problemas son fácilmente explicables.
EliminarLas Soledades tienen muchísima actualidad, merecen un regreso recurrente. Abrazos
Me meto en Góngora como el que entra en la espesura. Alerta, vivo. Un prestidigitador. No hubo otro igual. Y le encuentran cositas todavía.
ResponderEliminarEntre la espesura, Góngora guardaba algunos tesoros. La frondosidad de su estilo es bella de por sí, pero merece la pena indagar en el mensaje. Como bien dices, siempre alerta, sintiéndonos vivir a cada página. Abrazos.
EliminarFeliz fin de semana.
ResponderEliminarUn saludo.
Igualmente. Un saludo
EliminarAbsolutamente de acuerdo: todo escrito.
ResponderEliminarGracias por tus palabras y un abrazo grande.
Sin ánimo de reducir su trascendencia literaria, Góngora es un poeta para poetas. Eso al menos me dice la experiencia. Eso demuestra el estupor y la pequeñez que muchos sentimos al leerlo. Un abrazo culteranista, don Antonio.
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